22 de Febrero de 2025

ALMA GRANDE

El Mecanismo ficción

ÁNGEL ÁLVARO

El Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas ha mostrado su eficacia protegiéndose a sí mismo del tiempo, de la burocratización, de la corrupción, y ha perdurado con la misma gente desde su creación en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Su degradación ha sido tan grave que podría decirse que ese blindaje para periodistas tiene dueño, y en la oficina se hace lo que él dice. No podemos mencionar el Mecanismo sin decir que es propiedad de Jorge Ruiz del Ángel, quien, de ser director de Recepción de Casos y Reacción Rápida, se convierte en director general de la Junta de Gobierno de esa dependencia, sin mayor mérito que el escalafón, como si se tratara de un viejo sistema de ascenso.

Las quejas contra el Mecanismo de Jorge Ruiz se multiplican. En la conferencia matutina del Presidente han sido varios los llamados de atención sobre la ineficiencia de esta oficina que lejos de cumplir con su responsabilidad pareciera convertirse en el filtro para designar discrecionalmente quiénes entran a ser protegidos y quiénes no deben estar ahí o deben expulsarse, como si su vida no valiera.

Con o sin el Mecanismo de Jorge Ruiz, los asesinatos de periodistas continúan sucediendo y esta es la denuncia continua ante el presidente de la república y en los medios. El jueves 2 de septiembre fue la más reciente, donde se menciona la corrupción existente en dicho Mecanismo en el que todo parece estar concesionado a particulares o empresas descentralizadas, lo cual crea una triangulación que impide la verdadera protección de los comunicadores, por la lentitud y burocratización que esto implica.

Mucho se ahorrarían si tuvieran su propio equipo, sus propios vehículos, su armamento, su capacitación, sus elementos de seguridad. Pero al alquilar servicios y equipo deben pagar un precio que es la ganancia de las empresas proveedoras, pero no toman en cuenta este “ahorro”, sino que quieren ahorrar dejando en el desamparo a cientos de periodistas a los que consideran que su vida no vale nada.

Esta manera de trabajar, alquilando los servicios, no da certeza, ya que pareciera que el Mecanismo de Jorge Ruiz pudiera desaparecer de un momento a otro. De no ser así tendrían su propio equipo, como cualquier dependencia de gobierno. Ante el alquiler de sus servicios y ser sólo una fachada, hace que los periodistas sólo vean una oficialía de partes donde llegan las quejas, y los asesinos de periodistas, por su parte, se convencen cada día más de que se trata de una simulación sin funciones reales.

Si se tratara de una oficina seria, formal, con estructura propia, no dependería de empresas particulares para garantizar la vida de sus periodistas y defensores de derechos humanos. Hace falta una verdadera refundación creada con responsabilidad y defendiendo la integridad de sus protegidos.

Ahora la tarea del Mecanismo de Jorge Ruiz consiste en depurar el padrón de protegidos para que no haya inconformidad en su servicio, que es deficiente por el viejo esquema heredado desde el sexenio anterior que, a pesar de haber anunciado su reingeniería, sigue la misma rutina de siempre.

La ineficiencia llega a tales niveles que el propio subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas Rodríguez, aparece innecesariamente a dar la cara entre las quejas, porque los informes internos de esa oficina no muestran la realidad y los hechos demuestran que en ningún momento se protege la integridad de los comunicadores, cuyos atentados continúan en promedio de tres por mes.

El presidente de la república atendió la denuncia y aseguró que se revisaría el funcionamiento del Mecanismo, incluso recordó que ya se había solicitado una revisión a fondo de este procedimiento que impide que la libertad de expresión se exprese, porque ya los periodistas de investigación temen ir más profundamente en sus averiguaciones por temor a perder la vida y si tiene protección oficial, o no, eso es lo de menos, de todas maneras son asesinados dejando una tragedia tras de sí y una familia desamparada.