México y Colombia en su laberinto
OMAR VIDAL
No hay dos naciones en América Latina más parecidas y entrañables que Colombia y México. Fuimos vecinos hace exactamente 2oo años. En 1821, once años después de que iniciamos la lucha para independizarnos de España – Colombia el 20 de julio, México el 16 de septiembre – compartimos fronteras en lo que hoy es el límite entre Costa Rica y Panamá. Cuando México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica eran parte del (fugaz) Primer Imperio Mexicano, que tenía como capital a la Ciudad de México; y cuando Colombia, Panamá, Venezuela y Ecuador conformaban la (efímera) Gran Colombia, cuya capital era Bogotá
Probablemente no haya dos naciones tan bendecidas por la naturaleza y tan maldecidas por su propensión a vivir en el abismo. Colombia, la de la Guerra de los Mil Días y Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez; México, la de la Revolución Mexicana y el Laberinto de la Soledad de Octavio Paz.
Dos naciones privilegiadas por sus geografías, recursos naturales, historias, culturas y gente solidaria; pero asediadas por la pobreza, la violencia, la corrupción, el narcotráfico y la demagogia política.
Nuestras bendiciones
Benditos somos por nuestras dos costas (Pacífico y Atlántico) e inmensos recursos marinos, y por las selvas tropicales de la exuberante Lacandona y la majestuosa Amazonía y los pueblos originarios que allí viven. Benditos somos por nuestros formidables ríos Amazonas, Caquetá, Usumacinta y Grijalva, y por albergar el Arrecife Mesoamericano, la segunda barrera arrecifal más grande del mundo, y el 60% de los imponentes páramos de la Tierra – ese ecosistema neotropical alto que se extiende desde las fronteras de los bosques más altos hasta las nieves perpetuas (3200 a 5000 metros sobre el nivel del mar), como un archipiélago celeste e insular.
Benditos somos por tener 1.7% de la superficie planetaria en donde, juntos, alojamos a 20% de la biodiversidad de la Tierra. Colombia tiene la mayor cantidad de especies de aves, orquídeas y mariposas de colores, y es segunda en diversidad de anfibios y plantas vasculares. México tiene la mayor cantidad de especies de pinos y es segundo en diversidad de reptiles, tercero en mamíferos y quinto en anfibios.
Los volcanes, vivos y muertos, también nos bendicen. El Pico de Orizaba, el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, el Nevado de Toluca y la Malinche (“la de las faldas azules” en náhuatl) y el Nevado del Ruiz, el Nevado del Tolima, el Nevado del Huila, el Galeras y el Puracé (“la montaña de fuego” en quechua).
Benditos somos por culturas indígenas ancestrales – aztecas, mayas, olmecas; muiscas, taironas e incas. México es el quinto país con mayor diversidad lingüística (tiene 364 lenguas vivas) y 7.4 millones de mexicanos hablan una lengua indígena; Colombia tiene 65 lenguas vivas y 1.4 millones de colombianos hablan una lengua indígena. México es la nación con más hispanohablantes, Colombia es la segunda, España es la tercera.