22 de Febrero de 2025

CARTERA

Contrastes del dinamismo del segundo trimestre de 2021

PABLO ICAZA

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer los resultados del segundo trimestre de la Oferta y Demanda Global de Bienes y Servicios (ODG) este lunes, luego de que el viernes pasado nos proporcionó los del Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) de agosto.

Ambos son muy importantes. Si bien el primero es de los más rezagados, es relevante porque nos muestra cómo se comportaron los componentes del PIB por el lado del gasto, si partimos de la igualdad contable básica: OG = PIB + M = DG = C + G + X, donde C es consumo privado, G consumo público, I inversión, representada por la formación bruta de capital fijo (FBCF), X exportaciones y M importaciones; mientras que el IOAE es el indicador más oportuno de actividad económica, con periodicidad mensual y que nos aporta señales anticipadas del desempeño de la economía.

Respecto a los componentes de la ODG, considerando las cifras ajustadas estacionalmente, los crecimientos más destacados del segundo trimestre respecto al anterior fueron las exportaciones de bienes y servicios (2.9%) y el consumo de gobierno (2.6%), lo que no debiera de extrañar, considerando el dinamismo de la economía de Estados Unidos (EU) que ha favorecido las exportaciones, y que el consumo de gobierno estuvo fuertemente impulsado por el proceso electoral.

En contrapartida, los menores crecimientos fueron importaciones (0.2%) y formación bruta de capital fijo (0.5%), explicado por la menor actividad del mercado interno y el poco dinamismo de la inversión privada.

Pero más allá de los cambios trimestrales, las gráficas que proporciona Inegi nos muestran claramente que los niveles de 2021-II están lejos de sus puntos máximos, y que la tendencia-ciclo en algunas variables macroeconómicas deja mucho que desear. Veamos:

El PIB es 3.2% más bajo que su mayor nivel alcanzado en 2019-I; las importaciones fueron 6.3% menores al nivel de 2018-IV, pero además lo preocupante es que la tendencia se aplanó lo que anticipa una menor actividad económica en general. El consumo privado, si bien registra una fuerte tendencia de recuperación, todavía está muy lejos de su nivel máximo registrado en 2019-III (-3.7%); la FBCF, aunque se recupera del desplome desde el segundo trimestre del año pasado, está muy lejos de su máximo en 2015-III al ser más baja 17.7%; esto es, los problemas con el dinamismo de la inversión vienen desde hace tiempo, pero la franca tendencia descendente comenzó en 2018-II.

En contraste, los componentes que experimentan un desempeño favorable son las exportaciones, que ya sólo están 1.7% debajo del máximo logrado en 2019-II, pero que además muestran una tendencia ascendente en este 2021, que las convierten en uno de los motores de crecimiento. El consumo de gobierno logra un máximo histórico en 2021-II, superando en 1.9% el récord anterior en 2020-I, además, con una clara trayectoria de alza.

La desaceleración de las importaciones y de la inversión, especialmente de la privada, augura un menor crecimiento a futuro. Al parecer, esta perspectiva de ralentización de la economía mexicana es respaldada por el comportamiento del IOAE, que es un indicador anticipado del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE). Inegi estimó que el IGAE creció 1.0% en julio respecto al mes anterior, y que cayó 0.2% en agosto. Cabe comentar que el IGAE observado en julio se anunciará el próximo lunes y que la estimación de agosto se realizó con modelos econométricos nowcasting, y apoyándose en la información preliminar de los sectores secundario y terciario.

Hago hincapié en que el cálculo del IGAE por estos modelos ha sido bastante preciso. En lo que va de 2021 ha registrado tres retrocesos: en febrero, junio y agosto. En el primer caso estuvo vinculado a la suspensión de actividades ocasionada por las bajas temperaturas y por la interrupción de cadenas de suministro en el sector exportador; en junio, por la escasez de insumos estratégicos como los chips y semiconductores, y en agosto por el repunte de la tercera ola en México provocado por la variante Delta, que ocasionó cierres parciales de actividades, así como el efecto de desastres naturales, como el huracán Grace, por mencionar al más destacado.