AMLO a tres años: alta aprobación y ¿los resultados?
RAÚL RODRÍGUEZ
Al cumplir tres años de haber asumido la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador mantiene una aprobación ciudadana de 60.1% en el promedio de las principales empresas encuestadoras del país.
¿Es alta, es regular, es baja, cómo está en relación con la llegada al tercer año de gobierno de sus más recientes antecesores en el cargo? Este dato de que tres de cada cinco mexicanos aprueban su gestión tiene varias lecturas.
AMLO –transcurridos mil 95 días de gobierno– prácticamente conserva el nivel de aprobación (60.3%) con el que tomó posesión el primero de diciembre de 2018 y llega al término de su primer trienio casi ocho puntos arriba que el año anterior (cuando en junio de 2020 su aprobación disminuyó hasta 47.5% y la reprobación alcanzó 52.15%).
En el estudio de Mitofsky (encuestadora que le da la aprobación más alta con 65%), resulta muy interesante ver el comparativo de aprobación al tercer año de gobierno de los últimos cinco presidentes de la República, en el que López Obrador es superado por Carlos Salinas de Gortari. Los números son los siguientes en la relación aprobación-reprobación: CSG 77%-15%; AMLO 65%-34%; Ernesto Zedillo 61%-36%; Felipe Calderón 58%-40%; Vicente Fox 56%-38%; y EPN 33%-65%. Debe hacerse notar que, en el caso del actual presidente, la línea de la gráfica de aprobación mantiene una tendencia ascendente mientras que las de sus antecesores es descendente en todos los casos.
La aprobación (más conectada con el personaje, el discurso y el estilo de gobernar) no necesariamente mide la eficacia de un gobierno (inevitablemente ligada a resultados que pueden cuantificarse más en el mediano que en el corto plazo).
Estos números de Mitofsky avalan el aserto: 43.7% de sus entrevistados consideraron que necesita terminar el sexenio para poder calificar a AMLO; 26.8% respondieron que no logrará nunca mejorar al país; 24.1% cree que ya lo logró; y 2.1% pidió un año más para emitir un juicio.
Esto quiere decir que solo una cuarta parte ve una mejoría del país con la gestión de López Obrador, otra cuarta parte es absolutamente escéptica y casi la mitad pide más tiempo para poder juzgar su gestión. Y es que, objetivamente, no se ve de manera tangible, mucho menos contundente, que se hayan resuelto o están en camino de solución los acuciantes problemas del país, sin desconocer a la pandemia como un factor inesperado y disruptivo de la prometida transformación.
El gobierno ha avanzado, ciertamente, en la construcción del andamiaje legal para apuntar esos cambios, pero la inseguridad, la violencia, el empoderamiento del crimen organizado, la corrupción, la desigualdad y la pobreza siguen. La economía, por su parte, muestra señales de alerta, aparejadas, sí, a las que se ven en el mundo, pero también como consecuencia de decisiones de política pública tomadas aquí y que, en aras del pretendido cambio, han generado graves cuellos de botella en asuntos cruciales como el de la salud y la distribución de medicamentos.
Acaso sea muy pronto para ver resultados, como estiman la mitad de los encuestados. Pero queda claro que popularidad y eficacia no van de la mano, como opina la otra mitad. La sacudida es real, para bien o para mal. ¿Seguirá asimilando el país lo que para algunos es la redefinición del Estado y su papel en la economía y la sociedad, o resistiendo lo que para otros es un desmantelamiento institucional?
Por lo pronto, la alta aprobación del Presidente es un hecho “a pesar de los pesares”, como dice el propio AMLO en una de las tantas frases recurrentes de sus mañaneras.