29 de Noviembre de 2024

CARTERA

¿El alza al salario mínimo incidirá en la inflación de 2022?

JULIO MILLÁN

En 2022 el salario mínimo se incrementará en 22% anual, al pasar de 141.70 a 172.87 pesos diarios, siguiendo la tendencia de los últimos tres años. En años previos no se percibió su efecto en el alza de precios; sin embargo, este incremento podría tener un efecto distinto en un contexto de inflación alta.

En 2018 el salario mínimo nominal se determinó en 88.36 pesos diarios y para 2022 habrá acumulado un crecimiento de 95.6%. No obstante, dicho incremento no se ha reflejado en la inflación, que en 2019 y 2020 fue de 2.83% y 3.15%, y aunque para 2021 estimamos alcance 7.4% anual, sus causas son distintas. ¿Cuáles son los factores que explican su limitado impacto?

En Consultores Internacionales, S.C. consideramos que existen tres razones que influyen en dicho comportamiento: 1) el número de trabajadores que perciben el salario mínimo es muy reducido y, por ello, su impacto es marginal; 2) se disipó el efecto faro que señala el salario mínimo como base para las negociaciones contractuales por los sindicatos, y 3) la caída en el consumo privado experimentada en los últimos años.

Entre los tres factores, el último supone un riesgo considerable para la recuperación económica en 2022, ya que significa que, pese a un incremento salarial, el volumen de empleo no se ha recuperado a niveles prepandemia y, por ello, los hogares continúan débiles. Adicionalmente, existe un cuarto factor que consideramos relevante: el nivel salarial en la economía tampoco se ha recuperado aun.

El promedio de las remuneraciones en el personal ocupado en la construcción, en la industria manufacturera, en el comercio al por mayor y en los servicios aun no alcanzan los niveles prepandemia, lo que es señal de que los sueldos y salarios no están siendo un factor predominante que incida directamente en los precios del actual y posiblemente del próximo año.

El bienestar económico de los hogares, reflejado principalmente en empleos con sueldos y salarios dignos, es un reto complejo y multifactorial que no se atiende únicamente mediante el incremento salarial por decreto. Ejemplo de ello es la evolución entre el salario nominal y el real, cuya relación se está invirtiendo por efectos de la elevada inflación.

Independientemente de las medidas de política monetaria que busquen anclar las expectativas inflacionarias para mantener el poder adquisitivo de los mexicanos, en materia de política pública, el bienestar económico de los hogares, medido a través del empleo, debe procurarse mediante el incremento de la productividad del capital humano.

En los últimos años, el crecimiento de la productividad laboral por horas trabajadas, según datos del Inegi, ha presentado una tendencia estructural a la baja. Las explicaciones pueden ser diversas, pero las más importantes están en la ausencia de suficientes niveles de inversión y de capacitación en los trabajadores, con el objetivo de generar un mayor valor agregado.

La clave se encuentra en el fomento del trabajo digno, con salarios bien remunerados, y en proveer las condiciones de competitividad necesarias que deriven en la productividad del trabajo. Para ello, las acciones de gobiernos, empresas, academia y trabajadores deben buscar la mejora de las capacidades laborales.

El alza al salario mínimo podrá no tener efectos en la inflación; sin embargo, ese incremento tampoco tendrá efectos en la recuperación de las remuneraciones medias en la economía.

Lo verdaderamente fundamental es mejorar las condiciones laborales (incluyendo las contractuales, tecnológicas, de prestaciones, entre otras) para que incidan en el incremento de la productividad.