Las calles también son nuestras
IRENE TELLO
Podría parecer innecesario recordarlo, pero las calles también son de las mujeres. Y no, desgraciadamente no es un hecho evidente que las calles sean nuestras. Al menos no lo parece con los niveles de inseguridad a las que estamos expuestas cuando transitamos por ellas. Otro fenómeno que parece poner en duda que las calles sean nuestras es la manera en que se reacciona a las marchas feministas, por parte de los cuerpos de seguridad y de las autoridades. En casi todas las marchas de mujeres se asume de entrada que la intención de la mayoría es ir a agredir o destruir edificios, cuando todas las marchas se componen de una multitud de personas con distintas formas de manifestarse, la gran mayoría lo hace de forma pacífica.
Si no está asegurado que las calles sean nuestras, ¿cómo hacemos para recuperarlas? Una forma es habitándolas y transitándolas, usarlas como lugar de reunión y de despliegue para la manifestación en movimiento y en consignas del rechazo a las violencias que vivimos aunado a la exigencia para que eso cambie. Pero otra gran forma es renombrándolas. Considero que uno de los elementos de resistencia más poderosos que tenemos en contra de la violencia de género es nombrar las cosas. Nombrar las violencias que hemos sufrido, nombrar la revictimización por parte de policías, ministerios públicos y jueces en este país, nombrar la ineficiencia y el desinterés de las autoridades para cambiar la situación de violencia que vivimos, nombrar a las víctimas de estas agresiones.
Podría parecer un acto insignificante, pero dado el nivel de normalización de la violencia en contra de las mujeres en México, reconocer en voz alta un acto de violencia por su nombre es un gran paso. Por poner un ejemplo, muchas mujeres no reconocen ser víctimas de violencia, prefieren decir que se trató de algo sin importancia. Otro caso se da cuando las víctimas de violación no reconocen que lo fueron por el peso que la palabra tiene y prefieren decir que fue un abuso sexual. También hay muchos estados que prefieren investigar los asesinatos de mujeres como homicidio y no como feminicidio. Nombrar las violencias en nuestra contra es una gran forma de manifestarnos contra ellas.
Otra gran forma de resistencia se da al hablar, resistir y marchar con otras mujeres. Por ello, el Colectivo Lado B, conformado por un grupo de mujeres a las que admiro profundamente, decidieron generar una campaña para recuperar las calles y nombrar a las víctimas de feminicidio de este país este 8 de marzo. La idea es muy sencilla, pero poderosa: hacer un cartel y renombrar una calle con el nombre de una mujer víctima de feminicidio. Para poder hacer esto, se compartirá en las redes del colectivo una plantilla y una lista con nombres de mujeres que nos fueron arrebatadas.
Ante la normalización y el silencio que muchas veces se guarda en contra de la violencia de género es importante nombrar y renombrar las cosas. El acto de nombrar es muy poderoso porque asume una escucha que se da por un otro. Un otro que en muchas ocasiones es otra mujer. Este 8 de marzo tomemos las calles y hagamos visible a las víctimas de la persistente violencia de género en nuestro país. Porque nombrar la violencia es la mejor forma de resistencia.