25 de Noviembre de 2024

EN LA MIRA

Una aerolínea sospechosa de terrorismo aterrizará en el AIFA

LUIS CÁRDENAS

El 30 de marzo de 2004, el dictador venezolano Hugo Chávez firmó un decreto para establecer formalmente al Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos, S.A., Conviasa, que sustituyó, bajo estricto control estatal, a Viasa, desaparecida en 1997.

Unos años después, entre 2007 y 2010, un acuerdo político entre Caracas y Teherán abrió un vuelo semanal, el VO-3006, con destino a Damasco, que terminó en pérdidas millonarias para Conviasa e Irán Air dada la poca demanda del destino.

De hecho, un informe que circuló entre la clase política opositora de Venezuela, basado en los pocos datos a los que puede accederse en la dictadura, calcula un costo de más de 45 millones de dólares por la ruta durante sus años de vuelo, contra apenas unos 15 millones de dólares obtenidos en boletos vendidos, es decir más de 30 millones de dólares a la basura con cargo a la población del país que apenas y puede alimentarse.

Aunque los boletos estuvieron siempre disponibles para su compra, eran muy pocos los venezolanos que podían erogar los más de 2 mil euros por viaje y aprobar el permiso especial para poder abordar el avión que por lo regular despegaba con los asientos casi vacíos.

De acuerdo a una investigación del diario brasileño Veja, publicada en 2015 y basada en testimonios de altos directivos de Conviasa hoy exiliados en Estados Unidos, los vuelos entre Venezuela e Irán transportaron a políticos de alto nivel de ambos países y a personajes sospechosos de terrorismo, ligados a Hezbollah y otros grupos de extremismo islámico, que operaron en el continente americano bajo identidades falsas cobijadas con pasaportes venezolanos, además de llevar consigo cantidades ingentes de drogas, armas y dinero en efectivo que, con fundadas sospechas de agencias de inteligencia internacional, pudieron terminar en la guerra librada en Siria.

Si bien la ruta de vuelos comerciales de pasajeros entre Venezuela e Irán se detuvo hace varios años, en gran parte a causa de la presión ejercida por los Estados Unidos, la relación del gobierno de Maduro es cada vez más estrecha con el país islámico.

Tanto que en febrero de 2020, la OFAC prohibió a cualquier entidad o ciudadano norteamericano hacer negocios con Conviasa, el entonces secretario del tesoro, Steven T. Mnuchin, señaló: “El régimen ilegítimo de Maduro depende de CONVIASA para transportar funcionarios corruptos por todo el mundo para alimentar el apoyo a sus esfuerzos antidemocráticos”.

Pero todo esto poco o nada importa al gobierno del presidente López Obrador, que presume el primer vuelo internacional que llegará a su obra insignia, el Aeropuerto Felipe Ángeles, desde Venezuela y operado, justamente, por Conviasa.

El asunto ha prendido alertas en las oficinas de seguridad e inteligencia norteamericanas, incluso es probablemente tratado, de manera confidencial, en la visita a Palacio que ayer hizo el encargado de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas, bajo el temor de que arriben a su frontera sur personajes sumamente peligrosos, ligados a regímenes enemigos, bajo el cobijo del gobierno venezolano.

Debe ser muy difícil explicar los riesgos de seguridad internacional a un presidente obsesionado con mirarse el ombligo.