29 de Noviembre de 2024

OPINIÓN

Ucrania

ANDREW SELEE

El ataque ruso a territorio ucranio es un parteaguas en la historia de este siglo. No será la primera incursión del ejército ruso en territorio ajeno (ni siquiera en territorio ucraniano), pero la intención inicial de invadir y ocupar el país para integrarlo al Estado ruso si es algo novedoso. Si bien el orden mundial ya estaba debilitado por incursiones rusas en otros Estados vecinos y por Estados Unidos en Irak y Afganistán, entre otros conflictos territoriales, una invasión para tomar un país vecino y borrarlo del mapa (que fue el pretexto inicial del presidente ruso Vladimir Putin, quien argumentó públicamente que Ucrania no tenía razón de existir, sino era parte integral de Rusia) es un paso mucho más allá de lo que hemos visto en la historia reciente del mundo.

Para los países europeos y la mayoría de democracias en el mundo, este fue un paso demasiado lejos fuera del orden mundial que había imperado desde la Segunda Guerra Mundial, y se ha dado una recomposición rápida y contundente de los lazos económicos y políticos a nivel global. Los bancos rusos han quedado fuera del sistema de intercambio financiero mundial, y se ha limitado el comercio entre Rusia y los países de Europa (así como muchos en las Américas y varios en Asia y Africa). Lo que quedaba de un orden mundial consensuado, por débil que estaba, ya quedó relegado a la historia y habrá que ver qué viene al futuro.

Estos sucesos nos dejan un mundo mucho más precario y frágil, sin los espacios que permitían dirimir diferencias y llegar a acuerdos antes de que los conflictos entre países salieran del control. Aunque parece que los objetivos de Putin han cambiado, frente a la resistencia ucraniana, y ahora busca controlar sólo ciertos territorios limítrofes de Ucrania, es imposible reconstruir lo que había antes. Los países de Europa, en especial, están enardecidos frente a la barbaridad con que el ejercito ruso entró a Ucrania, un país vecino que había sido candidato a entrar en la Unión Europea, y es difícil concebir cómo se construye un nuevo orden mundial que incluye tanto a Rusia como los países de la UE en el corto y mediano plazos.

Del lado positivo, ha habido un recibimiento cálido y espontáneo de los ucranios que han huido de su país, con más de 4 millones saliendo en un mes, con la gran mayoría quedándose en países vecinos (sobre todo Polonia), pero otros buscando refugio en otros países europeos donde tienen familiares o hay más opciones de trabajo, y unos cuantos llegando a Canadá, México y los Estados Unidos. En general, estos países han abierto sus puertas a los ucranios expulsados por la guerra, y en la Unión Europea, les han dado una residencia temporal de un año, con posibilidades de extenderse en el futuro.

Aunque México parece estar muy lejos de la guerra en Ucrania, ningún país está ajeno a las consecuencias de esta guerra, y habrán impactos muy directos para México y los mexicanos. Lo más visible hasta ahora ha sido la llegada de miles de ucranianos a Tijuana, intentando cruzar la frontera hacia Estados Unidos, pero poco a poco se va a ir notando la subida de precios del petróleo y de granos básicos, que encuentran presiones inflacionarias en todo el mundo, y habrá otros choques en los precios de alimentos básicos.

Pero también hay oportunidades para México en una economía global que va ajustándose a las nuevas circunstancias, incluyendo las posibilidades de surtir granos, minerales, productos industriales y petróleo en un mundo que va a encontrarse en un momento de escasez. No está de más empezar a pensar cómo amortiguar los efectos dañinos de esta guerra para los mexicanos, y también de cómo sacar provecho de las posibilidades al futuro.