López Obrador no pierde
EMILIO LEZAMA
López Obrador será ratificado como presidente de México. Para el Presidente éste será un triunfo anticipado pero estratégico. Desde la transición democrática del 2000, los presidentes suelen llegar debilitados a sus últimos tres años de gobierno. A esas alturas, los márgenes de acción quedan reducidos, y sus acciones se enfrentan a una deslegitimación constante; para el cuarto año de gobierno, el país suele estar más atento a la contienda por la sucesión que al actuar del gobernante en turno.
Para López Obrador esto es inconcebible, su popularidad depende de su capacidad de imponer la narrativa, pero para que su historia tenga éxito es necesario mantenerse en el centro de la atención nacional. La carrera por la sucesión ya empieza a ser un tema relevante, pero lo es alrededor de su figura. Los precandidatos plausibles no luchan por la legitimidad popular sino por el favor del Presidente. Estas son las condiciones de juego perfectas para AMLO, y para mantenerlas no solo es necesario mantener su popularidad, sino su relevancia.
Ganar hoy dará legitimidad e impulso al proyecto de Obrador, pero sobre todo, lo refrenda a él como el epicentro de la política nacional. El triunfo no sólo hará que legalmente permanezca como Presidente de México, sino que fácticamente lo establece como tal. Al hacerlo, podrá continuar controlando la narrativa y el rumbo de su gobierno; a mitad de sexenio, esto será una excepción en la historia reciente del país.
La estrategia del Presidente es interesante. A través de este proceso electoral, le da un giro a su mayor fortaleza: la movilización. Si en el pasado se apoyó en la movilización de masas para dar mensajes simbólicos, como la toma de calles, las marchas y las plazas llenas, en esta ocasión le da un uso electoral para lograr un triunfo que además de simbólico, es legal.
Hay que reconocer que éste es un cálculo inteligente. Desde que llegó al poder, la oposición ha tachado a AMLO de demagogo y antidemócrata. Al hacerlo, se han asumido ellos mismos como los defensores de las instituciones y de la democracia del país. Es por ello que la naturaleza de este triunfo es importante, AMLO no triunfará en las calles sino en las urnas, AMLO no triunfará en el discurso sino en el proceso institucional. El Presidente se apropia de la narrativa de sus adversarios, y desde su trinchera les propicia una derrota.
Sin duda, han habido muchas trampas e ilegalidades detrás del ejercicio, pero en la narrativa quedará establecido que el Presidente “antidemocrático” sometió a votación abierta su permanencia; que el Presidente que destruye instituciones, confió en el INE para un proceso donde se jugaba nada más y nada menos que su gobierno. Lo interesante es que sin que la oposición se dé cuenta, el Presidente les ha invertido los papeles; la oposición está tan confundida que ha permitido que el Presidente les robe su mayor línea narrativa.