28 de Noviembre de 2024

SIN MEDIAS TINTAS

Gordofobia

CLAUDIA VIVEROS

A algunos les podría parecer gracioso el tema, pero es una realidad que la gordofobia existe. La discriminación que viven las personas con sobre peso está latente, su nombre viene de la traducción de su término en inglés: fatphobia. Es un fenómeno socio-cultural, económico y político, que está cargado de prejuicios valorativos, incitadores de odio contra los cuerpos que no entran dentro d elos cánones corporales que la industria mercadológica ha impuesto como normales.

La gordofobia constituye un fenómeno de aprendizaje social, que permea las percepciones de las personas para estructurar relaciones. Al ser la gordofobia un fenómeno de adiestramiento inconsciente cuya etiología yace en la connotación negativa construida desde los discursos médicos que patologizan la grasa corporal, sus manifestaciones y consecuencias se encuentran intrínsecamente situadas en la cotidianidad, de manera que la legitimidad del fenómeno se encuentra enraizado en el discurso popular, las prácticas culturales y los discursos institucionales.

Si bien el cuerpo gordo ha sufrido una serie de transformaciones simbólicas a lo largo de la historia, en la actualidad, se le ha posicionado como un cuerpo enfermo e indeseable. La cultura del símbolo ha construido en la grasa corporal una inscripción de vergüenza, vagancia, asexualidad, burla, conmiseración, enfermedad y muerte.

En México se estima que el 20.2% d ela población de 18 años o más, declaró haber sido discriminado, ya sea por su forma de vestir o arreglo personal, su estatura, edad o creencias religiosas, así como también por su peso.

La gordofobia atenta contra la salud mental, pues las personas que no cumplen con el cuerpo perfecto marcado por la era de la delgadez y el fitness sufren discriminación en todos los espacios. La repulsión y el rechazo social genera en las personas con sobre peso, odio por sí mismos y contra su cuerpo, desencadenando desórdenes alimenticios como la bulimia o la anorexia y es un hecho que este rechazo por desgracia también se aplica más a las mujeres, pues a las persoas de este género siempre se les exige más en téminos estéticos.

Aquí hay que tener algo claro, el sobre peso no siempre implica una vida con malos hábitos o desinteres. No se debe señala sin conocer, los problemas de salud que no permiten mantener a algunos el peso recomendado por salud.

No entrar en los estándares nunca será fácil, por desgracia la sociedad los marque como de forma muy inquisitiva y esto repercute en la infrarepresentación cultural y emana el rechazo sexo afectivo.

La imagen humana se convirtió en un elemento clave como punto de referencia para establecer juicios en la escala de valores populares, con una sorprendente versatilidad que la llevó a abarcar desde los aspectos biológicos, estéticos, económicos, psicológicos y sociales, en la mayor parte de los casos con más fuerza categorizante que otros valores humanos.

Todos estamos intentando librar batallas, solo que algunos no la tienen fácil para ocultarlas y son blancos fáciles de incomprensión.

Es importante dejar de lado “costumbres nocivas” como: los chistes o memes de personas con sobre peso, dejar de lado el término gordo como insulto o “cariño”, dejar de elogiar la delgadez como símbolo máximo de belleza, dejar de hacer comentarios sobre lo que comen los otros.

La aceptación y empatía por los cuerpos con sobre peso, no significa abogar por la gordura, sino llevarla la aceptación y comprensión dentro del entorno social, para rechazar la cultura de sentir rechazo por la apariencia de nuestros cuerpos.

En ocasiones se ve a la gordofobia como un insulto, pero más que eso, es un discurso de odio que excede la idea de discriminación y lo que se busca es que los otros dejen de opinar sobre los cuerpos de otros.

Es necesario promover la reflexión sobre los ideales estéticos imperantes a fin de construir una imagen personal alternativa que incluya aspectos como la libertad, la igualdad, el respeto y aceptación de las diferencias. Resulta necesario, a la vez, fomentar conductas que no atenten contra la salud ni el desarrollo integral de las personas, ayudándolas a sentirse mejor consigo mismas con sus formas de ser y no a pesar de sus particularidades.