24 de Noviembre de 2024

OPINIÓN

Aburto, tan vivo como su historia

SALVADOR GUERRERO

¿La verdad histórica-jurídica de un asesinato como el de Luis Donaldo Colosio puede ser constituida enteramente cuando han pasado 22 años del evento con instrumentos complementarios antes que los sustantivos de toda investigación penal?

La interrogante se relaciona con la solicitud que realizó la Fiscalía General de la República a medios de comunicación para que le proporcionen el material periodístico o investigaciones paralelas relacionadas con el asesinato del ex candidato presidencial del PRI y Mario Aburto, el asesino sentenciado a 45 años de prisión.

La FGR reabrió el caso del crimen perpetrado el 23 de marzo de 1994 ante una Recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos por una queja en la que se presume que Aburto fue torturado, violación a sus garantías individuales que habría incidido en su confesión de asesino solitario.

En aquel convulso año —que inició con la rebelión zapatista en Chiapas y culminó con el error de diciembre de Zedillo—, conocí como reportero de La Jornada a la familia de Mario Aburto, en especial a su madre, y pude entender una parte de sus motivaciones. Salté la cortina de acero de la frontera de Tijuana con ella en mayo de 1994. Buscaba asilo político en Estados Unidos y yo realizaba el seguimiento periodístico.

Sin la intención de realizar una defensa del personaje —de quien creo cometió el crimen en solitario— reconozco en él una tremenda inteligencia que manifestó desde que tenía 11 años y decidió irse solo a Tijuana a buscar a su padre, quien huía después de asesinar a un tío del propio Aburto.

Estuve en Cameros Magnéticos, donde trabajó Aburto, en el cuartito con piso de cemento donde vivía, en las rutas de camiones de donde salió con la pistola Taurus 38 —igual a la que había usado su papá contra su tío— para inventarse una historia trascendente, así fuera criminal en su entorno de frustración, desengaño y también crimen.

Impotencia y desesperanza, así como una determinación criminal para escaparse de su accidentada vida laboral y la distancia inabarcable de una opción consistente con sus aspiraciones deben ser analizadas con mayor detalle. Eso no aparecerá en la investigación hemerográfica, así como algunas cuestiones centrales del suceso que paradójicamente catapultó la abrumadora victoria del PRI ese año de elecciones.

Aburto, a diferencia de otros criminales que no sobrevivieron a su participación en crímenes notorios, sigue tan vivo como su propia determinación delictiva.