28 de Noviembre de 2024

SIN MEDIAS TINTAS

Llorar como proceso sanador.

CLAUDIA VIVEROS

A las antiguas generaciones nos hicieron tremendo daño con frases como: “Te aguantas”, “No llores, no arreglas nada con eso”, “Llorar es para los débiles”, etc. Y así crecimos, tragándonos las emociones, porque como a nuestros papás y a nuestros abuelos, (y todos los que nos anteceden les hicieron lo mismo y ellos no tuvieron la valentía ni las ganas de generar un cambio y transitaron por su vida dentro de una dinámica tóxica de autolimitación) se nos impuso la terrible “costumbre” de aguantar y aguantar. Y no, nadie nació para aguantar, NADIE.

Las lágrimas, dice Coletti, también liberan oxitocina y endorfinas, hormonas que pueden llevarte a sentir una sensación de calma interior y bienestar. Como resultado, después de llorar, es probable, que se sienta más tranquilo, más calmado e incluso aliviado físicamente de algún grado de dolor. El llanto ayuda a descargar sentimientos negativos que pueden ser paralizantes. Llorar no significa que sea débil, desde que nacemos es una señal de que estamos vivos. Las lágrimas son medicina pura, activan el sistema parasimpático, que ayuda a relajarnos y segrega opiáceos, que son analgésicos naturales. El llanto es de gran beneficio para la salud mental. Además, es una función social, con él, pedimos ayuda a los demás y desde el otro frente, nos impulsa a ofrecer nuestro apoyo ante el sufrimiento de otro, genera empatía (sobre todo cuando estamos realmente sanos y dejamos de lado todo lo que ya mencioné al principio).

A nivel físico, le cuento que las lágrimas tienen muchas funciones. Están compuestas de agua y sal que sirven para lubricar, limpiar la córnea y oxigenar el ojo, sirven para proteger los ojos de agentes externos, pues contienen lisozima, que es un antimicrobiano.

Llorar es gestionar y permitirnos ser vulnerables. No hay error más grande que querer estar en guardia todo el tiempo. Estoy segura de que todos conocen a esa personita que siempre quiere estar a la defensiva y a la que según ella, nadie ni nada le afecta, bueno pues esos son los más dañados, los que más necesitan trabajar sobre ellos mismos y reconocerse. Le recomiendo que no sume a ese grupo, no se convierta en uno de ellos. El cuerpo y la mente necesita equilibrio. En Japón existen los “Clubs de Llanto”, porque entienden que las personas a través de este acto pueden ordenar mejor sus pensamientos y comprender que es importante.

A todos nos encanta reír, y este es otro proceso catalizador, pues de la misma manera, el llanto, nos lleva a navegar por mares importantes. Es por ello, que reprimirlo es un grave error, que nos podría costar incluso problemas de salud, uno de los órganos más afectados es la piel. Además, el reprimir las lágrimas provoca ansiedad y agresividad.

Y para terminar: llorar le hará más fuerte. Atrévase, se sentirá aliviado. Si tiene que hacerlo muchas veces, hágalo, todos tenemos diferentes dosificaciones. Y éstas tampoco tienen nada que ver con la valentía. Olvide los complejos. Escuche solo a sus propios sentimientos y a su cuerpo. Desbloque los tabús y viva feliz, pues aunque no lo crea, llorar lo acerca a la felicidad, no hacerlo hace todo lo contrario.