En un nuevo cuadro político global se debate sobre los alineamientos regionales de América Latina y el Caribe.
El acento crece con respecto a la integración, con calidades y matices que varían políticamente al interior de la región, como con respecto al exterior.
Por lo pronto, con lo que respecta al panorama latinoamericano y caribeño es claro que es posible contar con un periodo de estabilidad en materia de análisis político regional. Se perfila un tejido diferente de articulación con formas, prioridades de relación que completamente diferentes a contextos anteriores.
Especialmente, después del inicio este enero de la nueva Presidencia en Brasil a cargo de Luiz Inácio Lula da Silva, acompañado del vicepresidente Geraldo Alckmin, las bases de acuerdos con gobiernos cada vez más amplios que requieren de la concertación social, así como parlamentaria para la definición tanto de políticas exteriores como internas.
Ya en la toma de posesión presidencial en Brasil ha quedado más afinada la fortaleza que da la base para la siguiente fase de la política regional. Del Gran Caribe destacaron las presencias de las Presidencias de Honduras y Colombia, Surinam y Guyana. Iberoamérica representada al más alto nivel por parte de Portugal y de España, la Unión Europea y África destacaron junto con otras presencias de alto nivel de otras regiones, como las de Singapur y China.
Próximanente, en la reunión de líderes a realizarse en pocas semanas en Argentina se podrá calibrar mejor el efecto de esos nuevos tejidos de relación, cómo quedan estos nuevos alineamientos, cuando es claro que se ha consolidado ahora sí, la posibilidad de tener una representación más común con respecto a la visión de la región en donde la reciente reapertura fronteriza entre Venezuela y Colombia juega un papel importante.
La coincidencia a partir de los diferentes acentos respecto a lo que toca enfatizar en materia de integración regional, dirección y rumbo en un momento en el que claramente se esperan definiciones regionales latinoamericanas y caribeñas es cada vez más clara.
Cada país añade calidad por sus presencias, alianzas multirregionales, que se reflejan en las negociaciones comerciales, de solidaridad y cooperación política.
La posibilidad de cohesión de las políticas regionales depende en mucho del acuerdo en la dirección y el acento ahora especialmente en el campo técnico y de concepción. Cuestiones sobre más esfuerzo hacia el Norte, el equilibrio respecto al Atlántico o al Pacífico, la política hemisférica o las de carácter global.
En este campo, los acentos en los acuerdos con respecto a la Alianza del Pacífico entre Colombia, Chile, México y Perú se conjugan con los que se adopten en la Cumbre de Líderes de América del Norte en México y en la próxima reunión en el mes de enero de la Comunidad de Estados de América Latina y El Caribe en Argentina.
POR GUADALUPE GONZÁLEZ CHÁVEZ