La semana pasada fueron las elecciones de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal en las que fue nombrada como Ministra Presidenta Norma Lucía Piña Hernández, la primera mujer en la historia en lograr este cargo, para muchas de nosotras esto fue especialmente alentador y victorioso, siempre hemos sabido que las mujeres somos capaces de obtener estos cargos pero hasta el 2 de enero de 2023 una mujer pudo tenerlo.
El Derecho es y ha sido una carrera machista y sumamente misógina, quienes estudiamos esta carrera no es extraño el haber escuchado o que incluso se nos dijera un comentario machista, recuerdo que cuando estudiaba los primeros semestres habían profesores que nos pedían ir en falda a los exámenes a las mujeres (a los hombres no les pedían una vestimenta), alguna vez a mi, un profesor de Derechos Humanos me dijo que “iba a graduarme para tener un salón de uñas y un marido abogado,” aunque nosotras hemos aprendido a no escuchar y mejor dejar pasar estos comentarios para no frustrarnos habían días que eran muy difíciles no escucharlos o pensar que podían tener razón.
Agradezco no haber escuchado y años después haber colaborado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación justamente en el área de Derechos Humanos, ojalá todas pudieramos no solo hacernos la piel más gruesa, si no no creerles, porque no tendrán razón nunca en juzgarnos por nuestro sexo. En las universidades que existen censos de estudiantes divididos en sexos, se puede ver que Derecho ha sido una carrera en la que hay más alumnas mujeres lo que se contrapone al revisar los despachos del mundo jurídico y percibir que la mayoría de los mismos, no tiene más de dos socias mujeres.
Dentro de las aulas de derecho es común, incluso saber que hay maestros o compañeros que nos acosan, abusan y violentan, casos dentro de escuelas de Derecho son incontables y cada uno tiene su propia historia pero se basan en lo mismo, la creencia que somos inferiores o que servimos para ramas “más amigables,” tales como derecho familiar, propiedad intelectual o derecho corporativo, restándole importancia a las mismas pero más importante, a nosotras.
Norma Piña es la cabeza del Poder Judicial en nuestro país, en su discurso habló de romper el “techo de cristal,” y que “llegamos todas,” y así se siente; por fin podemos sentir que tenemos representación y las estudiantes pueden creer que no hay límites por más que quieran que creamos eso.
Basta de ser sometidas ante el miedo y el sistema que no les interesa cambiar, basta de sentirnos utilizadas por nuestro físico o cómo si fuéramos carnada de los demás, basta de creernos menos por ser mujeres o ser jóvenes.
La llegada de Norma Piña es el inicio del fin, del fin de pensar que el Derecho es de hombres, de dejar de escuchar esas voces o de ceder ante el miedo que nos provoca que un hombre abogado se ponga en contra de nosotras. Las mujeres han, hemos y seguirán transitando 2 caminos para que la Ministra Presidenta sea la primera pero no la última. El derecho será feminista o no será.
POR DIANA MURRIETA