24 de Noviembre de 2024

TRES EN RAYA / La toma del Capitolio, versión carioca 2023 / VERÓNICA MALO GUZMÁN

Columnas Heraldo

 

 

Enero les gustó a los fanáticos para hacer desmanes. El 6 de ese mes, pero de 2021, los seguidores de Donald Trump trataron de tomar El Capitolio. Este domingo pasado, los seguidores de Jair Bolsonaro intentaron, en Brasil, de apoderarse de las sedes de los tres poderes para derrocar a Lula da Silva. Cientos de manifestantes ocuparon poder ejecutivo, legislativo y judicial en la capital brasileña. En la imponente Explanada de los Tres Poderes, diseñada por el gran Oscar Niemeyer, los bolsonaros invadieron el Congreso, el Palacio presidencial de Planalto y el Tribunal Supremo Federal.

La instrucción dada por Lula fue sacar a todos los revoltosos de tan importantes edificios e informó serán castigados; “vamos a descubrir incluso quienes financian a estos vándalos que fueron a Brasilia y todos pagarán con la fuerza de la ley por este gesto antidemocrático de irresponsabilidad”. Creo tiene razón Lula; sí son vándalos quienes trataron de saquear el Congreso y de invadir la sede de los tres poderes de la nación verde amarela. Para muchos evocatoria de lo que pasó en Washington en el 2021.

Demasiadas semejanzas y algunas sutiles diferencias. ¿Como cuáles? Ambos ex presidentes parlotearon e impulsaron entre sus huestes que las elecciones habían sido manipuladas para darle el triunfo a Biden en un caso, y a Lula en el otro. Ambas figuras tardaron muchas horas en deslindarse de los eventos violentos y adujeron el “derecho a las protestas pacíficas”, olvidando que lo sucedido en sus países se asemejó más a un golpe de Estado de corte civil que a una “protesta pacífica”…

Pero, mientras todo indica que Trump estuvo detrás del asalto al Capitolio, impulsándolo cuando aún era presidente de los Estados Unidos (a días del cambio de la presidencia), en Brasil el intento de golpe de Estado se dio con Bolsonaro ya viviendo en Florida (algunos dicen que como invitado de la ‘amenaza naranja’). Por otra parte, en Brasil la ventaja electoral de Lula da Silva sobre Bolsonaro fue mínima; de hecho tuvieron que ir a una 2ª vuelta comicial. En Estados Unidos, en cambio, la diferencia en votos fue mucho mayor, pero eso no fue obstáculo para que Trump y sus fanáticos dijeran —algunos lo continúan argumentando— que les robaron la elección.

En todo caso, peligroso que quienes juran respetar la voluntad del pueblo, cuando no se ven favorecidos por esta, atacan las instituciones, gritan fraude y ponen en peligro la institucionalidad misma.

De cierta forma, en México ya tuvimos esa NO aceptación de los resultados electorales. Esto es, lo más cercano a lo hasta aquí descrito se dio en el 2006 cuando Felipe Calderón ganó unas cerradas elecciones a Andrés Manuel López Obrador. Este último jamás ha aceptado la resolución oficial; y en ese entonces, durante meses, el Paseo de la Reforma en CDMX estuvo invadido como parte de una protesta, lo que significó millones de pesos en pérdidas para trabajadores y negocios de la zona. AMLO y los obradoristas no tomaron el Congreso, la Suprema Corte o Los Pinos, pero él sí adujo era el “presidente legítimo” y fue el primer aviso de su ya famoso “al diablo las instituciones”…

Muchos se preguntan hoy en día qué pasaría si el candidato presidencial de la 4T pierde en el 2024. ¿Los seguidores de López Obrador entenderán que no pueden violentar la voluntad de la mayoría? ¿Respetarán la decisión del árbitro electoral? ¿O se decantarán por el ataque a las instituciones y personas como ya lo vimos en Estados Unidos y Brasil?

Por el bien del país, sus instituciones, la población y la democracia, espero que en el 2024 las diferencias en México se resuelvan en las urnas y los resultados sean respetados. Como ciudadanía tenemos mucho que hacer, votando y exigiendo el respeto al voto, para no tener una posible “toma del Capitolio versión MX 2024”.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN