Davos. Si bien esta semana será particularmente fría en los Alpes Suizos, el clima ya casi salvó a los europeos de una crisis energética este año. Luego de la guerra lanzada por Vladimir Putin en Ucrania en febrero pasado y de la inflación que golpeó con fuerza todas las economías del continente, la mayoría de los países europeos se preparaban para lo peor; la crisis energética derivada de la escasez y la falta de un suministro regular de gas a los países occidentales del continente.
Apenas en agosto y septiembre del año pasado se hablaba de que en algunos países los hogares debían limitar el uso de la calefacción doméstica, y que debían limitar la temperatura a un máximo de diecinueve grados, en lugar de más veinte grados acostumbrados.
Pero nada de ello sucedió. El benévolo inverno ha significado la ola de calor más extendida en Europa para esta época desde que se tiene registro, y los países han logrado ahorrar gas a tal grado que la reserva de ese combustible se encuentra en un nivel superior al 80 por ciento en todo el sistema de almacenamiento. Esto ha permitido comprar tiempo a los líderes de los países que requieren crear nuevas políticas de seguridad energética para el futuro.
El Foro Económico Mundial en su Reunión Anual, aquí en Davos, ha publicado un nuevo reporte titulado Securing the Energy Transition para atajar la crisis energética de largo alcance. Se trata de un documento que presenta las soluciones necesarias para alcanzar un futuro bajo en emisiones de carbono. Entre otras acciones, el Foro propone priorizar el aumento de la generación de energías renovables; diversificar la matriz energética; orientar el comportamiento social hacia una mayor responsabilidad en el consumo energético; diseñar medidas fiscales para auxiliar a consumidores vulnerables sin interferir en el mercado; etc.
Prácticamente todos los discursos de los presidentes y primeros ministros europeos en el último año incluyeron constantes referencias al desafío energético. Este año el clima fue benévolo, pero eso no será la norma en los próximos inviernos, por lo que es previsible una mayor presión sobre las políticas públicas energéticas, sobre todo por la neutralidad de carbono que se desea alcanzar en el año 2050 y por la urgencia de limitar el calentamiento global con un alza máxima de 1.5 grados centígrados en promedio para evitar el punto de no retorno.
México no es ajeno a este desafío energético europeo. El propio presidente López Obrador aseguró a finales de septiembre que México tiene capacidad para venderle a Alemania hasta el 30 por ciento del gas natural que consume, aunque sería un proyecto a mediano plazo, porque primero es necesario construir al menos dos plantas de licuefacción para congelar el gas antes de enviarlo.
Por lo pronto, Alemania ya está lista para recibir el gas. En diciembre este país abrió en Wilhelmshaven la primera terminar flotante para la recepción el gas licuado y tiene planes de construir cinco más hasta finales de 2023.
POR BEATA WOJNA