El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha expresado varias veces su apoyo a la idea de una región latinoamericana y caribeña integrada o en proceso de hacerlo y en diálogo con Estados Unidos y Canadá.
AMLO no es el único mandatario que promueve la idea de integración desde un punto de vista "progresista", reflejado en el aliento emanado del llamado "Grupo de Puebla", que reúne a muchos de los dirigentes de la izquierda regional.
Y de hecho, al menos según ese punto de vista, la actual "Marea Rosa" de gobiernos progresistas en Latinoamérica favorece la consolidación de un proyecto que según propuesta del presidente argentino Alberto Fernández, incluiría entre sus pasos iniciales la creación de un "eje" económico entre Argentina, Brasil y México.
Pero algunos de ellos creen que México tiene "una realidad distinta" debido al tamaño de su frontera y comercio con Estados Unidos.
En todo caso, buena parte del proyecto integracionista será visible en la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), el próximo 24 de enero en Buenos Aires, con la presencia de varios de los mandatarios en el nuevo bloque izquierdista, incluso el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
La integración regional no es un aspiración nueva, y de hecho apareció basada en las presuntas afinidades culturales latinoamericanas, primero de los países de habla española, como pueden atestiguar la reunión entre Simón Bolívar y José de San Martin, el Congreso anfictiónico de Panamá y luego como una alternativa que encontró un eco importante en América del Sur, promovida en gran medida por juegos geopolíticos de Brasil y Venezuela.
El hecho es que de entrada hay una propuesta integracionista latinoamericana alentada por la "Marea Rosa" y la llegada de Lula da Silva a la presidencia de Brasil.
Se espera que el brasileño impulse desde Brasil el fortalecimiento y la consolidación de la ya existente, pero adormecida Unión de Naciones de América del Sur (Unasur), que creada en 2008 durante el régimen de Henrique Cardoso funcionó, sobre todo, durante el primer gobierno de Lula da Silva (2011-2017) y tenía la clara intención de constituir un contrabalance al Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLCAN).
Fueron la reacción al TLCAN y la oposición del argentino Nestor Kirchner y el venezolano Hugo Chávez las bases del rechazo a un propuesto tratado de libre comercio de las Américas presentado por el estadounidense Bill Clinton en 2005.
En 2011, surgió también la propuesta más amplia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), agrupado alrededor de la potencia brasileña y agrupar a la región en un frente común de negociación y contrapeso político a Estados Unidos en particular y otras potencias en general.
Pero algunos en el Grupo de Puebla consideran que la Celac es todavía demasiado débil y el trabajo debe ser fortalecer Unasur y diversificar fuentes de financiamiento.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS