El Foro Económico Mundial de Davos es una organización no-gubernamental internacional conocida por su asamblea anual en el complejo turístico de Davos, Suiza. Asisten los directores ejecutivos de más de 1,000 empresas afiliadas, además de jefes de gobierno y políticos de relevancia, académicos, ONG, líderes religiosos y medios de comunicación.
Unos 3,000 participantes asisten a las sesiones de su interés entre las más de 200 programadas en el evento de cinco días. Los debates abordan asuntos políticos, económicos, sociales y ambientales de interés global. Se estima que más de la cuarta parte de los asistentes representa a algún medio de información, lo que asegura una gran difusión internacional.
El creador del World Economic Forum (WEB) o Foro Económico Mundial de Davos es el economista e ingeniero alemán Klaus Martin Schwab, quién en 1971 organizó una reunión de negocios en la que era una aislada aldea de una zona montañosa en Suiza, en un antiguo hospital para enfermos de tuberculosis, inspiración para la novela "La montaña mágica", escrita en 1922 por el Premio Nóbel Thomas Mann.
Schwab, el "Cerebro de Davos”, recién publicó el libro "La cuarta revolución industrial", en el que sostiene que con la expansión del mundo digital, basada en la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas, se asiste a una transformación sin precedentes en la historia de la humanidad, donde la automatización se realiza a través de sistemas cibernéticos que combinan maquinaria física y tangible con procesos digitales.
Cada año, el WEB propone un tema central a tratar en su conferencia. Así se han abordado lo mismo la Cooperación Competitiva en una Década de Turbulencia, el impacto de la Globalización –en la década de los 90– que los más recientes sobre Internet y la Ingeniería Genética, Compartiendo Seguridad y Prosperidad o La Cuarta Revolución Industrial, y este 2023, Cooperación en un Mundo Fragmentado.
Un atractivo mayor es presenciar y escuchar las intervenciones de los grandes personajes que han participado en estos eventos, de presidentes y primeros ministros a los líderes de instituciones como las Naciones Unidas, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.
El Foro también es ocasión extraordinaria para hacer o renovar contactos y escuchar las opiniones de afamados artistas e intelectuales. Claro, no hay que dejar de ir a esquiar y disfrutar de los paisajes alpinos o de asistir a las comidas y cenas ofrecidas por las grandes empresas y financieras multinacionales. El colofón: un gran concierto de clausura en las montañas. ¡La creme de la creme!
Se critica al Foro por ser un evento elitista, donde si bien se analizan temas sobre la dirección de la economía mundial, sus riesgos y expectativas, poco se propone respecto a resolver sus secuelas de pobreza y migración, entre otras.
Los asiduos aseguran que es ideal para la promoción de negocios en diversos países del mundo, aunque la realidad es que ninguno de los asistentes al WEF desconoce las realidades de los sitios donde tiene interés de invertir o desarrollar nuevos negocios, y menos con los recursos tecnológicos disponibles.
La verdad es que el Foro, de alguna forma se asemeja a la novela de Mann, en la que sobresale “la superficialidad burguesa” de los pacientes alojados en el viejo hospital de Davos.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA POLÍTICO