24 de Noviembre de 2024

RETOS GLOBALES / El futuro del trabajo / Carlos de Icaza

columnas heraldo

 

 

Actualmente, en las Naciones Unidas y otros foros multilaterales tienen lugar amplios debates y proyectos de regulación sobre la inteligencia artificial. Si bien la revolución digital está transformando positivamente la economía global acelerando el crecimiento y la productividad, también es cierto que las nuevas tecnologías tienen un potencial disruptor que puede afectar seriamente el empleo de millones de seres humanos. 

Entre las aplicaciones que pueden fácilmente distorsionar el mercado de trabajo, está el sorprendente ChatGPT, un motor de inteligencia artificial capaz de dialogar en línea con cualquier usuario y dar respuestas bastante acertadas a consultas sobre diversos temas. Incluso, trascendió la semana pasada que este chatbot desarrollado por OpenAI, hasta logró aprobar los exámenes de derecho de la Universidad de Minnesota.

No es de sorprender que Microsoft haya anunciado la decisión de invertir billones de dólares en OpenAI lo que, de acuerdo con los analistas, permitirá al gigante informático potenciar su competencia con Google en la comercialización de nuevas tecnologías que podrían transformar numerosas actividades profesionales y el negocio de los motores de búsqueda en Internet.

En las discusiones del G20 en Hamburgo (2017) y Buenos Aires (2018) algunos delegados de naciones postindustriales manifestaron que el cambio tecnológico permitirá, luego de un periodo de transición que implica costos en los mercados de trabajo, grandes beneficios económicos que impulsarán el crecimiento y el empleo en los países.

No obstante, estamos frente a un contexto bastante incierto, ya que la experiencia histórica nos ha demostrado que, desde la revolución industrial y a lo largo de las innovaciones del pasado siglo, los procesos de adaptación y cambio derivados de los adelantos tecnológicos fueron fases de grandes disrupciones  en los ingresos, la productividad y el bienestar entre los países, o dicho en otras palabras, la aparición de ganadores y perdedores a nivel internacional.

El gran dilema consiste en cómo aprovechar las tecnologías digitales y los modelos de inteligencia artificial en beneficio de toda la humanidad. En este contexto tienen marcada importancia dos desarrollos interesantes en la comunidad global.

Desde 2019, la conferencia ministerial de la OCDE aprobó una serie de recomendaciones encaminadas a fomentar la innovación y la confianza en la IA en el marco del respeto a los derechos humanos y la democracia.

La UNESCO, por su parte, promovió en 2021 una Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial. Como bien dijo Audrey Azoulay, Directora General del organismo, "Debemos mantener los ojos abiertos, para que la inteligencia artificial se desarrolle a nuestro servicio y no a nuestra costa”.

Finalmente, no puede obviarse que aprovechar y controlar adecuadamente estas tecnologías para el bien común es el mayor reto global de nuestro tiempo.

POR CARLOS DE ICAZA