24 de Noviembre de 2024

POLIEDRO / Unidad Opositora / MARCO ADAME

columnas heraldo

 

 

Construir la unidad opositora, con capacidad de coordinación y movilización es el único camino para hacer frente, por la vía democrática, a la deriva autoritaria y la polarización que promueve el gobierno para permanecer en el poder.

El camino para los demócratas es desafiante y cuesta arriba, absolutamente inequitativo por el uso indiscriminado de los recursos públicos, la manipulación de los programas sociales y el abuso de poder de las instituciones para presionar y anular a los adversarios políticos y despejar el camino a los incondicionales del régimen.

En los regímenes democráticos, la oposición representa el elemento esencial para ejercer el control del ejercicio del poder. En la medida es que es distinta y distinguible, la oposición contrasta y construye, genera los equilibrios, pesos y contrapesos que se requieren para limitar y contener los excesos de la autoridad en turno y para garantizar la competencia democrática y la alternancia de gobiernos futuros. Por tanto, la oposición legítima a la autoridad y le abre a la sociedad un canal de expresión y de participación para vivir las virtudes democráticas del diálogo, la pluralidad, el respeto a las minorías, la inclusión y la civilidad política.

En los regímenes autoritarios, la oposición es un peligro para el grupo en el poder y por tanto debe ser aniquilada. Steven Levitsky señala en “Cómo mueren las democracias”, el camino que siguen los tiranos para la demolición del sistema democrático: la consideración de su líder como un mesías,  la  descalificación  pasado, el combate a los contrapesos y la destrucción de la oposición y de los enemigos; esto y más vemos a diario cuando, desde el púlpito presidencial, se señala e injuria a los líderes formales e informales de la oposición como enemigos públicos, se desaparece a las instituciones autónomas, se eliminan los contrapesos en los poderes legislativo y judicial, se debilita a los estados y municipios y se ataca a los comunicadores y líderes de opinión que difieren de la línea oficial.

Ante la polarización, la crispación social por la falta de resultados y la fragmentación política, organizaciones de la sociedad civil han alzado la voz en favor de diversas causas y han hecho un llamado apremiante a la participación política para cambiar el rumbo del país. Con distintos tonos, se multiplican las convocatorias para sumarse a marchas, comunicados, foros, movimientos y concentraciones de las fuerzas democráticas políticas y ciudadanas.

Sin embargo, para tener éxito, habrá que recordarles a esas fuerzas políticas y ciudadanas, la mayoría respetables, que la condición sine qua non para corregir el rumbo del país es la unidad opositora. Ante la gravedad del momento, es indispensable lograr la unidad y contar con la generosidad política y la grandeza de miras de los liderazgos sociales y políticos, de las organizaciones y de los partidos de oposición. Apelar a las más elevadas virtudes cívicas y republicanas, ya advertidas desde Aristóteles en los albores de la democracia, “viendo a la virtud cívica y a la participación como elementos intrínsecos a la libertad”.

Si de esto depende nuestra libertad, la democracia y el desarrollo del país, no permitamos que nos gane el protagonismo o nos atrape la simulación; desterremos la división y las provocaciones entre las fuerzas democráticas políticas y ciudadanas  y hagamos de la virtud cívica y de la participación generosa, el camino para construir el movimiento de unidad para nuestra liberación. Aún es tiempo.

POR MARCO ADAME