El terremoto devastador de 7.8 grados entre Turquía y Siria trajo a la memoria de muchos mexicanos lo que sucedió el 19 de septiembre de 1985 en nuestro país, sobre todo, por la forma en que colapsaron los cientos de edificios en 10 entidades turcas y otras tantas sirias. Expertos ven detrás de esta tragedia a la corrupción.
Dimensionando los desastres, en México se registró un movimiento telúrico de 8.1 grados, que dejó entre 3 mil 192 hasta 20 mil muertes y pérdidas materiales por más de ocho mil millones de dólares, pero dio a luz a una cultura de la prevención.
En Turquía y Siria aún no se puede tener un conteo concluyente y las cifras (rebasan los 41 mil decesos) demuestran que el saldo triplicará el provocado por el terremoto de hace casi 38 años en México, con pérdidas económicas que podrían alcanzar los 84 mil 100 millones de dólares.
Las imágenes de la manera en que se derrumbaron –en forma de pastel– los 75 mil edificios muestran la baja calidad de muchas de esas construcciones en Turquía. Emin Koramaz, presidente de la Unión de Cámaras de Arquitectos e Ingenieros de Turquía, aseguró que la razón principal de esa desgracia fueron los permisos concedidos “sin respetar las normas de construcción”.
Recordó que el presidente Recep Tayyip Erdogan hizo campaña en 2018 en las provincias hoy colapsadas, y que durante los 20 años que ha estado al frente del poder, se han producido ocho grandes legalizaciones de edificios “inseguros, podridos e ilegales”, que fueron habitados sin licencias.
En aquella campaña, el presidente vociferaba que había resuelto los problemas de viviendas de miles de ciudadanos gracias a la construcción de cientos de edificios que llamó la "paz de reconstrucción", pero el día del sismo se desbarataron.
Ya veremos si el próximo 14 de mayo, fecha de las elecciones presidenciales, Erdogan puede lograr mantenerse en el poder cinco años más. Porque su permanencia en el poder no está tan segura como hasta antes del terremoto.
Por lo pronto, la Fiscalía turca emitió más de 113 órdenes de detención contra personas sospechosas de negligencia en la edificación de edificios y ha creado una unidad especializada en investigar lo sucedido.
También, hay que señalar que Turquía y Siria están ubicados en una zona de alta sismicidad, Anatolia Oriental, y el foco del terremoto fue relativamente poco profundo, tan sólo a unos 18 kilómetros tierra adentro. Esto hace que afecte mucho más la superficie y, por lo tanto, implica más daños en las estructuras y edificios.
No existe en ninguno de los dos países un sistema de alerta sísmica como el que tenemos en México. A la hora del terremoto la mayoría de las personas descansaban en sus hogares (4:17 horas). Todo eso abonó a la catástrofe.
Seguramente vendrán los días más difíciles para la población y el gobierno de Erdogan, quien por ciento reconoció que no estaban preparados para un desastre de tal magnitud y es verdad, pero cómo justificará el otorgamiento de permisos de construcción a la ligera.
POR ISRAEL LÓPEZ