24 de Noviembre de 2024

DESDE AFUERA / A un año de la guerra / José Carreño Figueras

columnas heraldo

 

 

Para el gobierno ruso, la intervención armada en Ucrania se ha convertido en una lucha existencial en la que las naciones occidentales buscan demoler a su país, en una derrota estratégica.

Para los occidentales, encabezados por Estados Unidos, la invasión de Ucrania obligó a una respuesta significativa en ayuda militar a los ucranianos y sanciones económicas contra el agresor.

Pocas veces hubo, como el martes pasado, una oportunidad que permitiera contrastar las posiciones de los líderes de los grupos opuestos; uno involucrado directamente y la otra de forma abierta, pero no directa.

Putin formuló la intervención militar casi como una guerra patriótica, contra un régimen neonazi en sus fronteras y en una lucha cultural y política contra el Occidente hegemónico.

Biden negó que la pelea hubiera sido iniciada por los países occidentales. La invasión puso a prueba a Europa y su alianza militar con Estados Unidos. "Cuando Rusia invadió, no sólo se puso a prueba a Ucrania. El mundo entero enfrentó un reto para la historia", dijo el Presidente de EU.

Inicialmente, el 24 de febrero de 2022, los rusos plantearon su intervención como una medida para evitar que la OTAN se estableciera en sus fronteras, especialmente en Ucrania.

Para un país históricamente obsesionado con su seguridad geopolítica, esa cercanía de la OTAN era un reto inaceptable, amén de que Ucrania es una nación que por siglos formó parte del imperio zarista y luego de la Unión Soviética. Pero Kiev no era parte de la OTAN, que le negó entrada desde 2008 en consideración a las preocupaciones rusas.                                                     

La invasión fue vista en Europa como una agresión que anunciaba otras, un intento de conquista territorial arrancado de la historia. Peor aún, como un intento de reconstruir el cinturón geopolítico que por siglos funcionó como un colchón de seguridad para el territorio ruso, y eso lo que fueron los predecesores de la Rusia actual.

La incursión creó alarma entre naciones limítrofes con Rusia, especialmente aquellas que fueron parte más o menos obligada del Pacto de Varsovia, la alianza militar auspiciada por la URSS durante la Guerra Fría.

Puede hablarse de una lucha ideológica, económica, geopolítica y aun de narrativas históricas producto de profundos resentimientos y desconfianzas. En Rusia, la desconfianza hacia Europa occidental tiene siglos. En Ucrania, dicen algunos, el sentimiento antirruso se agudizó, después del desastre de la planta nuclear de Chérnobil, en 1986.

En ese marco la retórica de Putin tiene un cierto atractivo para países que también enfrentan a EU en sus respectivas regiones, como pudieran ser China o Irán.

Pero algunos creen que Putin se equivocó de momento y sobreestimó su fuerza, o tal vez la oportunidad de su desafío.

A un año de iniciado el conflicto, la tácita amenaza del uso de armas atómicas parece una redoblada apuesta rusa o como un intento desesperado.