24 de Noviembre de 2024

MIRANDO AL OTRO LADO / RICARDO PASCOE

columnas heraldo

 

 

La política exterior de AMLO ha fracasado porque promueve una ideología autoritaria que la mayoría de los países en América Latina no acepta. Los ejemplos abundan, incluyendo su nuevo “plan antiinflacionario latinoamericano”, basado en ideas grandilocuentes, simplistas e ideológicas sobre el origen de la inflación, como si todos los países enfrenten el mismo problema y con los mismos mercados. Ahí está la semilla de su eventual fracaso.

Pero, empecemos por el inicio.

El 18 de septiembre de 2021 se celebró en México la VI edición de CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). AMLO anunció previamente que México presentaría al pleno de ese encuentro una propuesta para que todos los países integrantes abandonaran la OEA, por ser “un instrumento controlado por Estados Unidos”, para fundar un organismo exclusivo de los países latinoamericanos y caribeños. Ha de haber pensado: “Este es el foro perfecto para ese planteamiento, y seré reconocido como el Presidente que guía a la región a una nueva historia. Soy el nuevo Simón Bolívar.”

Pues resulta que finalmente la propuesta ni siquiera se presentó ante el pleno de 17 mandatarios de la región, con la notoria ausencia de Brasil. La explicación es sencilla. Cuando los diplomáticos mexicanos consultaron con sus colegas asistentes a la reunión, descubrieron que los únicos países que estaban de acuerdo con la propuesta de abandonar la OEA eran Cuba, Nicaragua y Venezuela, junto con México. El resto de la región hizo saber su oposición a semejante disparate. La mayoría de la región utiliza a la OEA como un instrumento para promover y mejorar sus relaciones con Washington, Ottawa y las empresas de esos países para fomentar el desarrollo económico. Fracasó la propuesta “heroica” de AMLO.

El Presidente Biden convocó a una Cumbre de las Américas en junio de 2022. AMLO llamó a América Latina a boicotear el evento porque no se invitó a las tres dictaduras de la región: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Durante semanas previas al evento México supuso que habría un apoyo importante de la región. Finalmente México sólo recibió el apoyo de Bolivia y Honduras. AMLO no asistió, pero logró, como compensación a su pensamiento tropical, que Biden lo invitara personalmente a la Casa Blanca. Eso aplacó al mexicano, pues parece que lo que desea es un trato preferencial.

La Casa Blanca le tomó la medida.

México promovió una candidatura para ocupar la dirección de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en la persona de una probable promotora de las brigadas médicas cubanas en toda la región. Se votó en el pleno de la OEA y México perdió la votación. También perdió su dignidad por el desfiguro que hizo al saber el resultado de la votación. Al puro estilo de la 4T, México reclamó que hubo fraude en la votación y exigió un recuento. Por supuesto que la región ignoró el disparate mexicano y su falta de oficio en ese organismo internacional. Otro fracaso.

Por cierto, en sucesivas votaciones en el pleno de la OEA, México se ha negado a condenar la dictadura nicaragüense. Es más, el silencio mexicano ante ante la expulsión de destacados ciudadanos de ese país es señal de cómo la ideología se impone a nuestra tradición de la defensa de los derechos humanos.

Más adelante, ante la necesidad de elegir a un nuevo Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), México postuló una carta fuerte y evidentemente supuso que la región la iba a aplaudir y apoyar. A la hora de la votación, el apoyo al mexicano no se materializó, pues lo apoyaron sólo dos países, y arrasó la candidatura de Brasil. con el apoyo de Lula y Argentina. México mostró, una vez más, que la figura de AMLO no tiene tracción mayor fuera de México y que la diplomacia mexicana no sabe operar las relaciones con otros países. AMLO, amargado, denunció al resto de América Latina y el Caribe por “seguidismo” a Estados Unidos. Otro fracaso de México.

En el caso del ex Presidente Castillo, de Perú, AMLO fanatizó el apoyo a un mandatario que quiso llevar a cabo un golpe de Estado en su país y, por fortuna para los peruanos, fracasó en su intento por romper el orden constitucional de ese país. Pero México quiso darle asilo, tal y como lo hizo con otro pretenso a dictador: Evo Morales, de Bolivia. El México de AMLO escoge a líderes cuya supuesta ideología coincide con la suya y, por tanto, les apapacha sus aspiraciones autoritarias.

Empieza a emerger un patrón bastante claro sobre las asociaciones de AMLO con dictaduras y su rechazo a los regímenes que promueven el diálogo, la tolerancia y, por encima de todo, la alternancia y el orden constitucional. La ideología autoritaria se impone sobre la defensa de la democracia y las libertades.

Durante la más reciente visita del Presidente cubano a México, AMLO propuso la creación de un frente latinoamericano y del Caribe para radicalizar acciones regionales tendientes a enfrentar a Estados Unidos con motivo de su embargo comercial contra la Isla. La idea es fomentar un gran frente antiimperialista, hermanando a toda la región bajo el liderazgo de México en otra epopeya histórica. La respuesta de América Latina esencialmente ha sido que tiene agendas nacionales mucho más importantes que apoyar a Cuba. Toda la región siempre ha votado contra el embargo en las sesiones de la Asamblea General de la ONU, año con año desde hace décadas. Y así seguirá sucediendo.

Este frente ha naufragado ante la indiferencia del resto de la región. Este nuevo fracaso es un reflejo de la reputación de AMLO en la región: ante sus propuestas carentes de bases sólidas y sus intentos por hacer que todos giren alrededor de su ideología, la respuesta sistemática es ignorar las iniciativas mexicanas.

La más reciente ocurrencia mexicana es la propuesta de unir a todos los países en un frente antiinflacionario. AMLO dijo que pretende “impulsar el intercambio de alimentos y otros bienes con Brasil, Colombia, Cuba (¿?) y Argentina. Se invitarán a productores, distribuidores, importadores de alimentos, conseguir buenos precios, quitar aranceles, barreras que impiden que se puedan obtener alimentos a buen costo para el mercado interno…”. La propuesta de AMLO revela, más que nada, que piensa como marchante de un mercado sobre ruedas y no como el Presidente de un país serio. Todo el mundo busca alimentos baratos y suficientes, en tiempos de sequía, escasez de recursos, guerra en Ucrania, altos costos de petróleo para costear fletes. No es un asunto de aranceles, y cada país enfrenta retos propios y diferenciados.

Por lo pronto esta nueva iniciativa “latinoamericana, incluso con Cuba” está en duda por su factibilidad para ayudar realmente a los países, cuando Brasil y Argentina discuten un tema de fondo: la posibilidad de una moneda única.

Toda la descripción del sinsentido de la política exterior de AMLO, excepto para exportar su ideología populista que finge ser de izquierda, pero más bien enlarva un modelo autoritario de gobernanza, lleva a México a limitarse a ser el padrastro de las dictaduras de la Cuenca del Caribe. Teniendo México como clientes preferentes a Cuba, Nicaragua y Venezuela, ¿qué puede fallar?

Ricardo Pascoe Pierce