Sopa azteca en Metepec, chicharrón en las calles de la Ciudad de México, mariachi, chile relleno y tequila en uno de los restaurantes tradicionales, etc.; es definitivamente a través del aprecio a la gastronomía mexicana como el nuevo embajador de China, Zhang Run, ha decidido presentarse al público mexicano. No es el primer diplomático que lo hace. Conocemos a varios que han logrado engrosar sus redes sociales y ganar el cariño de los mexicanos con base en experimentos con gastronomía local.
Esta estrategia la han usado por ejemplo los embajadores de los Estados Unidos, Japón y países europeos para acercarse a los mexicanos desde un ángulo que es crucial para la vida social del país. El resultado es siempre muy exitoso porque ningún mexicano se resiste a los halagos dirigidos hacia su comida por un extranjero.
Ahora bien, no cabe duda de que este formato de comunicación es una novedad para la diplomacia china cuyos embajadores estaban normalmente alejados de las redes sociales y no solían presentarse al público local en su chamarra y jeans comiendo chicharrón, rompiendo piñata, abrazando árboles o publicando videos cómicos de osos panda. Les faltaba la sensibilidad para “hacerse amigos”.
Este importante cambio en la comunicación desde la Embajada de China puede ser resultado de dos causantes: 1) o es la personalidad más abierta de Zhang Run, quién llega a México desde la República Dominicana, entusiasmado por asumir la embajada en uno de los países más relevantes de América Latina, 2) o es un cambio más profundo en la comunicación de China hacia México con el objetivo de ganar una mayor presencia no solo en los negocios sino también en el corazón de los mexicanos.
La llegada del nuevo Embajador coincide con la confirmación de Xi Jinping como presidente para su tercer mandato, así como de Li Qiang como primer ministro. En varios países preocupan estos cambios, porque significan una mayor concentración de poder. El contexto es complejo: se están redefiniendo las cadenas de proveeduría a raíz de la confrontación entre Estados Unidos y China.
También inquietan la relación cercana de China y Rusia en el marco de la invasión a Ucrania y las tensiones en torno a Taiwán y en el Sudeste Asiático.
De todo este contexto geopolítico México suele mantenerse ausente. Sin embargo, la redefinición del comercio global no parece dejar escapatoria a la política exterior mexicana dado que en los siguientes años llegarán aquí fábricas que abandonen China y tendrá que decidirse si se acepta o no la inversión que el Embajador Zhang Run quiere promover en suelo mexicano. En otras palabras: habrá que tomar decisiones y posturas.
Por lo pronto, el Embajador chino lleva en México un mes, se reunió con diferentes representantes del gobierno y del legislativo, recibió la visita de Wang Shouwen, Representante de Negociación de Comercio Internacional y viceministro de Comercio de China y organizó el Foro de Negocios China-México. No es poco en esta competencia por México.
POR BEATA WOJNA