24 de Noviembre de 2024

La justicia y los abogados / Diana Murrieta

columnas heraldo

 

 

La justicia es definida de distintas maneras; en el derecho, una de las concepciones más aceptadas es “dar a cada quien lo que le corresponde o le pertenece,” el sistema normativo debe proteger a todos los ciudadanos que se encuentren dentro del mismo y alcanzar el fin último que justamente es la anhelada justicia.

Tenemos un país enormemente desigual, donde los hombres blancos, hetero normados, con poder adquisitivo y económico tienen mayor posibilidad de acceder a los derechos que los demás y esto se debe justamente a que las leyes fueron dictadas por y para hombres, hombres que en su momento tenían poder de decidir y que eran ajenos a las desigualdades y vulnerabilidades existentes.

Desde hace unos meses el Poder Judicial es, por primera vez, presidido por una mujer y eso nos da una causa alentadora para creer que el derecho debe ser feminista, pero también nos recuerda lo que señalé anteriormente. La Ministra Presidenta Norma Piña ha sido difamada, acechada y violentada de diversas maneras, como nunca se había visto a ningún representante del poder judicial y entonces ¿si la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es violentada que le espera a aquellas que no conocen que tienen derechos?

El poder judicial de México es un ente sumamente complejo, por las leyes existentes pero también por los agentes que lo conforman. Los jueces (en su mayoría hombres) dictan sentencias que deciden la vida de las personas y de sus familias, el poder judicial está superado y ven miles de casos por año pero cada caso es una historia y una vida que puede ser vulnerada.

Otra de las complejidades aunada a la sobresaturación y demanda de acciones legales es la corrupción. Siempre he creído que para poder resolver un problema es necesario reconocerlo por más difícil y frustrante que sea y la corrupción es uno de los males más cotidianos de nuestra sociedad.

Personalmente me ha tocado acompañar casos donde la corrupción no solo es evidente sino también cínica; y la misma se encuentra en todas las escalas, desde una autoridad menor hasta grandes tribunales. Reiterando que nuestro país es un país de mucha desigualdad es comprender que el poder adquisitivo es prioritario para un gran número de personas y ese poder adquisitivo se ha priorizado sobre la justicia.

Es preocupante la cantidad de injusticias que suceden día con día a costa de dinero, es desalentador saber que la justicia está en los salones de clases y en los libros pero no en los tribunales, no en las sentencias y no en los grandes despachos de los grandes abogados.

He visto cómo las personas que creemos que la justicia puede existir hemos sido burlados, incluso nos han hecho saber la utopía que es eso, creo que replicar y normalizar que nuestro sistema ha sido violentado es seguir consumiendo y alimentando la desigualdad.

Por más contradictorio que parezca, debemos luchar por nuestro país y la lucha puede ser de distintas maneras, desde no replicar, no formar parte, denunciar y exponer estas conductas.

POR DIANA MURRIETA