*** A nivel nacional, de los más de 32 mil núcleos agrarios existentes, únicamente 29% pertenecen a ejidatarias y comuneras, núcleos que son de tamaños menores
México tiene muchas deudas pendientes con las mujeres, que se han incrementado por las violencias, los deteriorados sistemas públicos de salud y educación, y un Presidente insensible a sus demandas.
Y en ese contexto, cada uno debe asumir la responsabilidad que le corresponde para hacer de este un mejor país para ellas.
A lo largo de mi vida, he caminado de lado de mujeres ejemplares en el entorno familiar, personal y profesional.
De cada una obtuve aprendizajes, y de todas comprendí que sólo podemos avanzar como humanidad cuando trabajamos por una mayor igualdad e inclusión para todas.
Sin embargo, hay un grupo de mujeres a quienes tengo una admiración particular: las que dedican su vida al campo desde el ámbito rural.
Las mujeres rurales son esenciales para la seguridad alimentaria del mundo, mas no siempre reciben el reconocimiento o igualdad de derechos que merecen.
Según Naciones Unidas, representan un tercio de la población mundial, y participan en 43 por ciento de la mano de obra agrícola global.
En México, de acuerdo con el Inegi, apenas 15 por ciento de las personas productoras, es decir, aquellas que son responsables o pueden tomar decisiones en las unidades de producción agrícola, son mujeres.
Uno de los principales desafíos está en la propiedad de la tierra.
A nivel nacional, de los más de 32 mil núcleos agrarios existentes, únicamente 29 por ciento de ellos pertenecen a ejidatarias y comuneras, núcleos que, además, son de tamaños menores.
En términos de representatividad, apenas 6.63 por ciento de los órganos de decisión de la propiedad social están a cargo de una mujer.
También está el reto de los relevos generacionales. En su mayoría, las mujeres rurales propietarias tienen más de 50 años, con grados de estudios de hasta primaria, y se ha dejado como pendiente la formación y acompañamiento de mujeres jóvenes en el campo.
En cuanto a mano de obra en las unidades de producción por jornal, pese a que las mujeres son contratadas por más días y horas promedio que los hombres (22 y 20 días, 7.47 y 7.16 horas, respectivamente), perciben un ingreso 10 por ciento menor que los jornaleros varones.
Y cuando se trata de mano de obra no remunerada, las mujeres tienen mayores cargas. Mientras que en el trabajo remunerado ellas sólo representan 12.45 por ciento, cuando no hay remuneración, como en las producciones familiares, su participación llega a 30.35 por ciento.
Lo anterior, desafortunadamente, es consecuencia de tradicionalismos machistas y absurdos. Como sociedad, tenemos el reto de lograr una plena igualdad.
El gobierno y quienes participamos en el campo, debemos ser capaces de rediseñar los mecanismos de participación, representación y trabajo, que dignifiquen a las mujeres en el ámbito rural. Es una tarea inaplazable.
CUMULONIMBOS. “No podemos avanzar todos, si a la mitad se nos deja atrás”, Malala Yousafzai, premio Nobel de la Paz.
POR BOSCO DE LA VEGA