"Los ahuehuetes, gigantes que parecen debilitarse ya bajo el peso de sus edades, no por años, sino por siglos, se elevaban a mi alrededor, confundiendo todavía sus canosas frentes con las nubecillas que, impulsadas por el viento, como jirones de gasa, pasaban humedeciendo con sus besos las copas, aún verdes, de aquellos ancianos de la naturaleza". De esta manera, un viajero extranjero describía el 31 de mayo de 1876 su experiencia frente a tan famoso árbol. Si hubiera una palabra para definirlo, sería “longevidad".
El ahuehuete es de hoja caduca y crecimiento lento, logra tener una vida larga, alcanzando así tamaños enormes. Los ahuehuetes pueden vivir durante cientos e incluso miles de años, con un tronco que llega a ser muy grueso. Es testigo silencioso de la historia; en su silencio, guarda los secretos de los siglos, y sus hojas susurran las verdades y mentiras de su entorno. Uno de los más famosos es el de la, ahora, Noche Victoriosa, conocido por muchos a partir de la leyenda de que ahí, en ese preciso lugar, el villano, según varios, Hernán Cortés lloró tras haber salido huyendo de Tenochtitlán.
La relevancia de los ahuehuetes para la nación fue reconocida en 1921, año en el cual, mediante una convocatoria organizada por la Escuela Nacional Forestal, los mexicanos lo seleccionaron como el Árbol de México. Poco más de un siglo después sigue dando de qué hablar. Tras meses de infructuosa espera para verlo brotar, finalmente se decidió sustituir el ejemplar que se encontraba en Paseo de la Reforma. Durante el breve tiempo que estuvo allí, pudo presenciar, como otros de su especie, la historia presente: las riñas políticas en torno a un árbol, las opiniones de expertos sobre las fallas en su trasplante y la apropiación de ese lugar para colocar el antimonumento de los desaparecidos. En su corta estancia, el ahuehuete fue testigo de todo esto... sus secretos a nadie revelarán.
En un mundo en constante cambio, donde el paso del tiempo a menudo nos parece rápido e implacable, los ahuehuetes son prueba de la perseverancia. A través de su crecimiento a paso de ellos, han demostrado que, en ocasiones, los cambios más significativos y duraderos son aquellos que se producen de manera gradual. El cambio no llega de un día para otro.
Así, los ahuehuetes se erigen como un recordatorio de la inmovilidad en un mundo en perpetua transformación. Sus troncos retorcidos llenos de hojas caducas atestiguan siglos de historia, hallados en la esencia misma de cada uno de estos venerables titanes. A pesar de las adversidades y los embates del tiempo, continúan en pie, majestuosos, susurrando lo que sabenal viento, como testigos y observadores de su presente.
POR IGNACIO ANAYA