Discutido, analizado, corregido durante cuatro años a partir de un reclamo de México, extendido con Canadá y algunos países de Latinoamérica, la Santa Sede acaba de emitir, finalmente, un documento vía el cual solicita el perdón histórico y actual frente a los abusos de la Iglesia durante la conquista y dominación.
El documento no deja pie a la ambigüedad: “Muchos cristianos han cometido actos de maldad contra los pueblos indígenas por los cuales los papas recientemente han pedido perdón en numerosas ocasiones”. Y más: “La Iglesia católica repudia los conceptos que no reconocen los derechos humanos intrínsecos de los pueblos indígenas…”. El punto toral del documento firmado por los dicasterios equivalentes a Secretarías de Estado de Desarrollo Humano Integral y Educación y Cultura, es rechazar lo que por décadas se ha conocido como Doctrina del Descubrimiento, en cuyo eje se coloca la tarea evangelizadora como objetivo primordial de la conquista del Nuevo Mundo, a cuyo ejercicio se cometieron todos los excesos, desde expropiar las tierras hasta extinguir las culturas de los pueblos conquistados, en paralelo a su esclavización.
Si en el siglo XVI, bajo el marco de la “Controversia de Valladolid”, cuyos polos enfrentaban al sacerdote Ginés de Sepúlveda y el obispo Bartolomé de las Casas -aún cuando no debatieron entre sí-, se discutía si los indígenas eran seres racionales y contaban con alma, en el siglo XIX se defendía aún el “derecho” exclusivo de los conquistadores de extinguir mediante compra o despojo la posesión de tierra por parte de los naturales.
En la ruta del perdón institucional de la Iglesia católica se examinaron las bulas del papa español Alejandro VI (conocido por su apellido italianizado de Borja a Borgia), en que prácticamente reparte al amanecer del siglo XVI el Nuevo Mundo a España y Portugal, a título de sembrar en sus pueblos la fe cristiana. Derrotar por la fuerza primero e imponer después. Ante la larga cauda de abusos y atropellos, el papa Pablo III lanzaría otra bula, esta en 1537, a pleno dominio ya de los pueblos conquistados y cuyo texto declara que los naturales, aún sin haberse convertido a la fe cristiana pueden usar, poseer y gozar libre y lícitamente de su libertad y el dominio de sus propiedades, lo que implicaba una declaración de nulidad sobre los actos contrarios a ello. Hoy la Iglesia señala que los documentos pontificios fueron escritos en un periodo histórico específico y respondiendo a cuestiones políticas “que nunca han sido consideradas expresiones de fe católica”. Adicionalmente, se sostiene que el contenido de las bulas fue manipulado con fines políticos por las potencias coloniales que competían entre sí para justificar actos inmorales conta las poblaciones indígenas, “algunas veces sin oposición de las autoridades eclesiales”.El documento del perdón conmina a la comunidad cristiana a no dejarse contaminar nunca más por la idea de la existencia de una cultura superior a otra y considerar legítima la coacción contra los demás.
La Iglesia, se asienta, está comprometida en acompañar a los pueblos indígenas y a promover esfuerzos encaminados a encontrar la reconciliación y la sanación. Acto de contrición.
POR ALBERTO BARRANCO CHAVARRÍA