“Hay una forma legal, segura y ordenada de llegar a Estados Unidos. Es a través de las vías que el presidente Biden ha ampliado de una manera sin precedentes, y luego hay una consecuencia si uno no utiliza esas vías legales.” Alejandro Mayorkas, Secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
El fin oficial de la pandemia a causa de la Covid-19 supone la vuelta a la normalidad en la vida de los habitantes del mundo. Sin embargo, como es sabido, la emergencia sanitaria trajo consigo problemáticas que, si bien ya existían, se incrementaron y visibilizaron aún más que en los tiempos pre pandémicos. Una de estas problemáticas a nivel mundial es, sin duda, la crisis migratoria. Se puede observar en Italia, España, Francia y sus inmigrantes africanos y provenientes del Medio Oeste, también en la migración masiva de población ucraniana y rusa derivado del conflicto beligerante y claro, el constante éxodo en América Latina en busca del “sueño americano”.
En un sistema internacional (mayoritariamente) democrático, los gobiernos deben reaccionar ante las crisis de diferente índole y, en el caso migratorio, el otrora presidente Donald Trump desde marzo del 2020 y durante la pandemia aludió al llamado Título 42, una sección de la Ley de Servicio Público de Salud promulgada en 1944 y que, en esencia, permite que el gobierno en turno pueda prohibir el flujo de productos, materias primas o personas para evitar la introducción de un virus transmisible desde fuera de las fronteras estadounidenses. Trump se fue de la Casa Blanca y con Joe Biden se continuó con esta estrategia para detener a los migrantes.
En este sentido, después de Trump, de la Covid-19 y de mucha presión para Biden, el jueves 11 del mes en curso, también se dio por terminada la vigencia del Título 42 dejando varias interrogantes tras más de tres años de implementación. ¿Dicha ley contribuyó a una mejor política pública de migración? La respuesta tiene dos ópticas, por el lado estadounidense permitió que se agilizaran los trámites de acceso y eliminó casi en su totalidad el hacinamiento en centros para migrantes, ya que en cuestión de minutos, los funcionarios de Estados Unidos se deshicieron de millones de personas. Para los migrantes que intentaban ser asilados en suelo americano podían intentarlo en repetidas ocasiones sin ser multados o encarcelados.
Ahora bien, ¿qué sigue después del Título 42? No solo se volverá a una política migratoria previa a la emergencia sanitaria, Biden y, sobre todo, un Congreso en su mayoría del Partido Republicano, no desean el caos de antaño vivido en la frontera sur, para lo que el presidente 46 le ha impreso su sello: permiso humanitario para personas originarias de Venezuela, Haití, Cuba y Nicaragua (hasta 360 mil personas); establecimiento de centros regionales estadounidenses en Guatemala y Colombia, para revisar los perfiles de las personas migrantes; puesta en marcha de una aplicación para teléfonos celulares, llamada CBP One, y permite a los migrantes cerca de la frontera mexicana o en Ciudad de México programar una entrevista de entrada; además de más efectivos a lo largo de la frontera, entra en vigor la nueva regla de asilo que solo se tomará en cuenta a las personas que hayan seguido los pasos anteriores.
Así es, esta es la “nueva cara” de la política migratoria estadounidense en tiempos de post pandemia. Como ha sido históricamente -con migrantes provenientes del sur-, Estados Unidos deja claro que resolver la crisis migratoria no es su prioridad, el respeto a los derechos humanos tampoco lo es, mucho menos para los republicanos ya metidos en tiempos electorales. Lo que se espera es una escalada en la ola de migrantes hacia el norte y reacciones “trumpeanas” por parte de congresistas y gobernadores del Partido Republicano. Esta es la vuelta a la “normalidad” después de Covid.