Hace cinco meses asumió su tercer mandato el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en ese corto tiempo ha vuelto a mostrar que es un líder nato con un fuerte poder de convocatoria, no sólo entre los brasileños sino en el resto de la región y en el mundo.
Sin entrar en discusiones sin fondo, Lula se subió al estrado internacional para proponer su plan de paz para Ucrania, puede ser que guste o no, pero él levantó la mano en América Latina para terminar con ese conflicto bélico que lleva 15 meses y que ha provocado miles de muertos y desplazados.
Es verdad que es un gobernante populista de izquierda moderada, pero ha sabido mover sus piezas –con la limpieza que le da la experiencia de dos gobiernos anteriores–, por ejemplo, en el caso de Perú apostó por la presidenta Dina Boluarte sin hacer aspavientos y sin inmiscuirse en la política doméstica peruana.
Tres años, un mes y 24 días después de salir de la cárcel por una condena de corrupción que parecía apagar su brillo político y resultó anulada, Lula volvió a la Presidencia de Brasil con más experiencia en el plano doméstico e internacional, ahora sabe que batallas tomar y cuáles no.
"Lula es un fenómeno político y electoral que debería ser de gran interés para el mundo", señaló hace unos meses John French, profesor de historia en la universidad estadounidense de Duke y autor de una biografía sobre el político brasileño.
Una prioridad de Lula ha sido reafirmar el lugar de Brasil en la escena internacional. Muestra de ello, fueron sus acercamientos con líderes de Estados Unidos, Francia o China. Un giro con respecto a la política exterior de su antecesor, quien mostró poco interés en los viajes al extranjero (¿le recuerda a alguien?) o en tender puentes con otras naciones.
A inicios de semana, Lula se reunió con su par de Venezuela, Nicolás Maduro, para reinstalar las relaciones bilaterales entre ambos países, rotas en la era de Jair Bolsonaro. La decisión tiene su carga de riesgo, porque el venezolano goza de mala reputación en casi todo el mundo, pero su par brasileño buscó, sobre todo, mandar un mensaje de unidad.
También, el pasado martes, Lula llamó en Brasilia a superar las divisiones "ideológicas" y recomponer el diálogo entre los países de Sudamérica, en el primer encuentro de mandatarios del continente en casi una década.
A la cita asistieron los presidentes: Maduro, el argentino Alberto Fernández, el chileno Gabriel Boric, el colombiano Gustavo Petro, el paraguayo Abdo Benítez, el ecuatoriano Guillermo Lasso, el boliviano Luis Arce, el uruguayo Luis Lacalle Pou y el surinamés Chan Santokhi. Perú estuvo representado por el jefe de gabinete, Alberto Otárola.
La reunión puede marcar la pauta para un resurgimiento de Unasur, quitándole el sesgo izquierdista que lo marcó en su primera etapa, ahora Lula busca que todos los gobiernos de esa región participen en bloque sin considerar su tendencia política, por eso es tan estratégico el regreso de Maduro. Un mensaje de fuerza y unidad.
POR ISRAEL LÓPEZ
COLABORADOR