En el mes de agosto seremos testigos de si realmente la Secretaría de Educación Pública (SEP) tiene el músculo y la inteligencia para llevar a cabo la implementación de su Nuevo Modelo Curricular de Educación Básica.
Será en el ciclo escolar 2023-2024 que entre en vigor la aplicación de este modelo que busca la excelencia educativa por medio de la capacitación continua del personal docente, entre otras cosas; capacitación que, por cierto, no se ha dado en la mayoría de las escuelas.
Recordemos que en octubre de 2022 la SEP había planeado implementar un programa piloto de este nuevo modelo curricular para educación básica en 960 escuelas, el cual al final se suspendió porque una organización de padres de familia se amparó, y las autoridades no hicieron un nuevo intento para saber cómo iba a funcionar.
Ahora en el siguiente ciclo escolar se aplicará directamente con la esperanza de que les funcione.
Gran parte del magisterio está preocupado en este sentido pues las autoridades no han cumplido su palabra, no sólo en la capacitación de los maestros que es casi inexistente, sino en que siguen sin comprender de qué va todo este proyecto de la Nueva Escuela Mexicana que impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador y que, se supone, es para mejor los niveles de aprendizaje de los estudiantes de educación básica.
Y hablando de los niveles educativos resulta que la calidad de la educación de México ocupa el lugar 102 de 137 según el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) realizado por la OCDE en 2021.
De acuerdo a la OCDE, en el ámbito internacional, los 10 mejores países son Singapur, Japón, China, Corea del Sur, Canadá, Estonia, Finlandia, Macao, Nueva Zelandia y Australia. En tanto, en lo que es Latinoamérica, Chile es el mejor país en educación, ocupa el lugar 43 en el ranking mundial.
Sin embargo, volviendo a México, especialistas en educación aseguran que, si esa misma evaluación es sobre la calidad en la educación en ciencias y matemática, bajamos hasta la posición 117. Tremendo.
Aquí la cuestión es ver si para el próximo ciclo escolar alumnos y maestros se adaptarán a un modelo del que poco conocen y que, en la mayoría de los casos, me dicen, no saben ni cómo aplicarlo.
Es vergonzoso, suena muy similar a eso de “mandar a la guerra sin fusil”, y volvemos a lo mismo de administraciones pasadas, quienes pagan los platos rotos son los de siempre: los estudiantes, que ni la deben ni la temen y que ni siquiera se dan cuenta de que todo su sistema educativo está mal.
Claro que la educación requiere de una reforma urgente, pero parece que a los de la 4T les gana la urgencia, pues sus planteamientos, la mayoría, están basados en ocurrencias o en modelos que no son aptos para nuestro contexto; y qué decir de los libros de texto gratuitos que rediseñaron de la peor forma, con ilustraciones de baja calidad, como si se tratara de libros cualquiera que no tienen presupuesto para hacerse. De nuevo, vergonzoso.
Pobres de nuestros niños, lo digo en serio, si de por sí el futuro es incierto, en estos casos se ve aún más lejano.
POR KARINA ÁLVAREZ
COLABORADORA