27 de Noviembre de 2024

El drama fronterizo / El imperio de horror del clan Jiménez Rodríguez se mantuvo en pie durante 257 meses / ROSI OROZCO

columnas heraldo

 

 

El imperio de horror del clan Jiménez Rodríguez se mantuvo en pie durante 257 meses. Desde enero de 1997, tres hermanos sacaron de sus casas en México a cientos de mujeres, las hicieron cruzar el Río Bravo y las empujaron a Nueva York, donde sus cuerpos eran rentados a hombres que se estimulaban con su dolor. Melissa, Marcos y Leonardo hicieron de su familia una de las más infames en Tenancingo, Tlaxcala, el pueblo conocido como “el semillero de padrotes”. Juntos perfeccionaron un modus operandi que aprendieron otros criminales: prometer amor y trabajos pagados en dólares en la Unión Americana sólo para meter a sus víctimas en casas de seguridad, donde eran torturadas si no cumplían una cuota de violaciones para la satisfacción de sus clientes o si intentaban escapar.

Los Jiménez Rodríguez eran una máquina criminal que recorrió por 21 años la ruta Tenancingo-Nueva York, un punto de ida y llegada para miles de mujeres desaparecidas en México y atrapadas en redes de trata de personas. Se volvieron millonarios y acumularon poder sentados el dolor de madres y padres buscadores de sus hijas ausentes. Pero el imperio comenzó a desmoronarse en mayo de 2018, cuando Melissa, de 41 años, fue detenida en Estados Unidos. El siguiente en caer fue Marcos, el mayor. Y en mayo del año pasado, gracias a una investigación llevada a cabo por autoridades federales mexicanas y el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Leonardo fue arrestado.

Para terminar por fin con el clan Jiménez Rodríguez, el 7 de enero pasado las autoridades mexicanas extraditaron a Leonardo hacia Estados Unidos, donde una corte federal en Nueva York lo espera con seis cargos, como tráfico con fines sexuales y tráfico de migrantes indocumentados. Los mismos que caerán sobre Melissa y Marcos y que les dará una pena tan dura como una cadena perpetua.

Pero con el derrumbe de los hermanos criminales no se termina la larga noche de la trata de personas y las 8 desapariciones diarias de niñas y mujeres en México. Se necesitan políticas públicas lideradas por personas con fuertes convicciones para, literalmente, cerrar el paso a quienes caminan la ruta Tenancingo-Nueva York.

Hace unas semanas tuve la oportunidad de reunirme con oficiales de la Patrulla Fronteriza en Eagle Pass, Texas, del otro lado de

Piedras Negras, Coahuila y observar de primera mano los esfuerzos para frenar a polleros y tratantes que bajo el membrete de distintos cárteles hacen negocios sucios con las niñas y mujeres más vulnerables de mi país.

El viaje que compartí con la periodista Sara Carter y las senadoras Cindy Hyde-Smith, Katie Brit y Marsha Blackburn me convence

de que, si queremos rescatar a más mujeres como las que murieron y sobrevivieron al clan Jiménez Rodríguez, necesitamos poner

encima de los intereses personales la vida de las víctimas, privilegiar el trabajo bipartidista y sacar adelante iniciativas como Safe Girl ACT y debatir con urgencia la pertinencia de tener fronteras seguras y una migración ordenada con perspectiva de derechos humanos.

Si no lo hacemos, faltaríamos a la necesidad moral de darle un sentido a las víctimas del clan Jiménez Rodríguez. Y a la obligación cívica de acabar ya con el drama fronterizo que engulle a nuestras hijas.

POR ROSI OROZCO