27 de Noviembre de 2024

MEXICANOS PRIMERO / El salario de las y los maestros: es cuánto y es cómo / Antonio Villalpando Acuña

columnas heraldo

 

Quienes no somos ricos(as) dedicamos nuestros ingresos a aquello que más nos importa. Priorizamos no solamente aquello que necesitamos, sino también aquello que valoramos más. Lo mismo hacen las sociedades democráticas a través de sus gobiernos: aunque hay distorsiones por corrupción y los problemas típicos de la representación, el dinero suele ir a lo que se considera valioso.

Con ello en mente, vale la pena reflexionar sobre la remuneración de las y los maestros mexicanos, un tema que en la última semana ha generado manifestaciones y bloqueos en las carreteras Texcoco-Lechería y México-Texcoco, las autopistas México-Puebla, México-Pachuca, México-Querétaro, así como en calles aledañas al zócalo de la Ciudad de México.

Quienes se manifiestan, maestras y maestros mexiquenses, reclaman el pago de bonos con nombres barrocos como “asistencia a actos cívicos en día festivo”, así como componentes retroactivos de su remuneración. Esto sucede unas cuantas semanas después de que el presidente de la República anunció un incremento salarial de 8.2% para el gremio, una medida previsible ante la cercanía de la "temporada electoral" –que, como la Navidad, cada vez dura más–, además de prometer que ningún maestro o maestra ganará menos de 16 mil pesos al mes.

Si es posible cumplir esta promesa se verá en los meses por venir –aunque con una remuneración media para docentes de educación pública básica de 8 mil 500 pesos mensuales se ve difícil—. Las preguntas de fondo son: ¿esto es revalorizar la función docente?, ¿es suficiente?, ¿qué hace falta?

Vamos por partes.

Por un lado: ¿cómo se compara el salario medio de las y los maestros mexicanos con países de desarrollo similar? México se halla en el lugar 24 de los 32 países de la organización que reporta información actualizada y estandarizada al comparar el salario de un(a) docente de primaria con 15 años de trayectoria. No sobra mencionar que en este ranking nuestros vecinos son Lituania y Turquía, los que en la prueba PISA 2018 mostraron un desempeño considerablemente más alto en matemáticas, lectura y ciencias que México – 479.7, 462.7 y 416 puntos promedio, respectivamente—.

Por otro lado: no sólo es cuánto ganan, sino cómo lo ganan. Cientos de miles de maestras y maestros no me dejarán mentir: su comprobante de percepciones y deducciones parece menú de restaurante. La existencia de rubros como “asistencia a actos cívicos en día festivo”, “bono de productividad”, “bono de asistencia” y “eficiencia en el trabajo” dice una cosa: México es un país que no confía en sus maestras y maestros. Ser maestro en México implica tener poca autonomía curricular: el camino está sembrado de “pepitas” para evitar el extravío, pero también de cercas de púas para que no “pises donde no debes”. Si consideramos estas dos realidades, la respuesta a las preguntas de fondo es que estamos muy lejos de valorar el trabajo de las y los maestros a la altura de su contribución y esfuerzo. Ello no sólo porque no se les paga un sueldo profesional, sino porque la conformación de su pago da pie a la manipulación y la simulación.

Esto no sólo es un trato paternalista para quienes tienen una de las funciones más importantes de la sociedad, sino que también perjudica el logro escolar. Una investigación reciente en Estados Unidos reveló que en los distritos escolares en los que las y los maestros tienen salarios base más altos en comparación con los bonos y castigos, las niñas y los niños tienen mejores calificaciones en lenguaje y matemáticas. Por su parte, nuestras(os) colegas brasileños encontraron hace poco que entre más autonomía tienen sus maestros(as), sus estudiantes tienen no sólo mejores calificaciones, sino también mejores indicadores de bienestar socioemocional.

Por todo esto, es necesario reconocer que una agenda de revalorización del trabajo de las y los maestros va de la mano de la calidad del sistema educativo y debe incluir, además de mejores sueldos, mayor estabilidad, acompañamiento y autonomía curricular. Es cuánto y es cómo.

POR ANTONIO VILLALPANDO-ACUÑA