La guerra entre Ucrania y Rusia que ha impactado severamente la economía mundial y las relaciones geopolíticas entre oriente y occidente ha cumplido ya 1 año, 5 meses y 4 días (recordemos que el conflicto comenzó el 24 de febrero de 2022).
Todos los que nos dedicamos al comercio exterior sabemos que cualquier cosa que altere las decisiones de producción o consumo afectan de inmediato el comercio transfronterizo. La crisis energética mundial desencadenada por la invasión rusa a Ucrania transformó los mercados de gas natural de manera estructural, con profundas implicancias tanto para los responsables políticos como para los actores del mercado; además ha empeorado la escasez de granos y la hambruna mundial, así como impactado las cadenas de suministro y la logística comercial.
Y a pesar de las lamentables pérdidas humanas y las cifras millonarias que ambos países acumulan en mermas materiales y deudas que comprometen su futuro, no se vislumbra pronto el final de la guerra y no se ve un claro ganador de esta tragedia, pues como dice Steve Killelea, autor del libro “Paz en la edad del caos”: “dada la naturaleza de las guerras actuales y el armamento moderno, los conflictos son prácticamente imposibles de ganar, lo que pone de relieve la necesidad de buscar soluciones alternativas a la construcción de la paz, especialmente aprovechando el comercio”.
Y es que recientemente la Organización Mundial de Comercio discutía cómo el comercio es una de las principales llaves de la paz en el mundo y brindaban algunas cifras muy convincentes del Índice de Paz Global 2023, donde señalan que “el impacto económico mundial de la violencia es enorme (17,5 billones de dólares estadounidenses o el 12,9 % del PIB mundial) y este impacto se concentra especialmente en los países más afectados por la violencia.”
El mismo Steve Killelea presentó los hallazgos clave del Índice de Paz Global 2023 sobre tendencias de paz y conflicto, y el costo de la violencia. “Al reducir la violencia global en un 10%, se podrían agregar 1.75 billones de dólares a la economía global, una cantidad equivalente a las economías de Irlanda, Dinamarca y Suiza juntas”, dijo.
El comercio para la paz ha sido parte del proceso de transformación de la OMC para hacer que el sistema de comercio multilateral funcione para las personas, incluidas aquellas en estados clasificados como frágiles y afectados por conflictos.
Los vínculos entre el comercio y la paz son dinámicos y, por lo tanto, complejos, pero hay espacio para políticas beneficiosas para todos que al mismo tiempo impiden la violencia y crean oportunidades comerciales. Por ello los analistas de políticas comerciales deben prestar especial atención a los conflictos y la fragilidad dado lo mucho que pueden afectar el comercio.
Mustapha Sadni Jallab, Jefe de la Sección de Gestión de los Conocimientos de la División de Gestión de los Conocimientos y la Información, Divulgación Académica y Programa de Cátedras OMC, hizo hincapié en que el comercio, la pobreza y la paz siguen estando intrincadamente conectadas: “El comercio no es un fin en sí mismo; es un medio, una herramienta, para apoyar el desarrollo económico”, dijo.
“La pregunta clave es cómo puede el comercio ser una fuerza positiva, creando oportunidades económicas y empleo y construyendo relaciones mutuamente beneficiosas entre las personas y las comunidades que comercian entre sí, en lugar de una fuerza negativa que puede perpetuar el círculo vicioso de conflicto y violencia a lo largo del mundo. el control de las materias primas y otros recursos naturales”, agregó.
Si bien la relación entre el comercio y la paz está en la raíz del sistema multilateral, hoy puede ser más relevante que nunca, pues el costo económico de la violencia demuestra que invertir en la paz es una inversión que vale la pena, especialmente ante el aumento del número y la intensidad de los conflictos a nivel mundial.
JOSÉ IGNACIO ZARAGOZA A.