27 de Noviembre de 2024

SIN MEDIAS TINTAS / LA MISERIA DEL MALO / CLAUDIA VIVEROS

18a

 

No hay actitud más miserable, que esa que señala que el malo vive, hasta que el bueno lo deja. ¿La ha analizado? Se ha dado cuenta que, a través de ella, estamos quitándole toda la responsabilidad de sus actos a aquel que los comete y se los colgamos a la víctima, la cual todavía después de ser en quién recaen las malas situaciones, tiene que responsabilizarse de la mala consciencia de su victimario. Cuanta miseria. Que terrible tendencia a incluso, a sobajar los buenos actos, minimizándolos, pero eso sí viendo siempre como proeza a todo a aquel que hasta calificamos de “listo” cuando abusa del otro sin que obtenga una reprimenda o ejecute un dolo saliendo ileso de su mal acto. Pero ¿por qué no alentamos y glorificamos lo bueno? Qué nos cuesta enseñar a cuidar al prójimo, a empatizar realmente a entender la gloria de servir.

Muchas veces el discurso que enseñamos a nuestros hijos es de defensa, segura estoy que usted habrá escuchado o dicho alguna vez aquello de: “cuidadito y te dejas”. Y sí ya sé que a veces ante una persona maliciosa hay que buscar crear una armadura que impida a éste dañarnos. Pero entonces, la premisa sería, que tanto estamos trabajando en crear personas con actitud de bondad, y buenaventura, o solo nos enfrascamos en generar, competidores, enfatizados y desplazar y no dejar ser desplazados. Ah ya recuerdo, me salta a la memoria una de esas frases que escucho de mis antecesores: es “que el mundo es mundo”, ¿acaso no podemos generar un mundo diferente, con una dinámica distinta?

Nos encanta ver películas donde el amor y la bondad triunfen, pero lo dejamos ahí en historias, en cuentos de hadas, y no hacemos nada porque estas lleguen a ser parte de nuestra vida diaria. No creo que sea tan difícil y sin duda todo está en la educación, en la enseñanza de los buenos valores, en cambiar nuestro “chip” y lanzarnos a desarrollar mejores conductas, más conscientes, pero, sobre todo, más responsables de nuestros actos, sin caer siempre en que los “otros” sean quienes carguen con nuestros actos. Es horrible como tachamos de “tontos” a todos que tratan de seguir las reglas, que se preocupan por el prójimo, que ven la vida con positivismo, que aprecian la lucha y el sacrificio que les trae una recompensa. ¿A dónde vamos a parar si le seguimos enseñando a las nuevas generaciones que hay que estar bien “listos” para abusar antes de ser abusado?