Un famoso aforismo político estadounidense afirma que la gente tiene derecho a sus propias opiniones, pero no a sus propios hechos.
Olvidar esa fórmula tiene ya costos para Ron DeSantis, gobernador de Florida y aspirante a la candidatura presidencial republicana, en el centro de un escándalo provocado, por lo que sólo puede considerarse como una tontería política: modificar los libros de historia de Estados Unidos para tratar de ajustarlos al punto de vista de moda en su partido.
No es que sea el primero o el último, ni en su país ni en el mundo, en tratar de ajustar los hechos históricos a su propia visión. Pero al defender versiones parciales, aprobadas sin discusión por una junta educativa designada por él mismo, abrió la puerta para problemas.
Lo malo para DeSantis es que la disputa ocurre en medio de la precampaña por la nominación presidencial republicana.
Después de todo, por más conservador que sea, es difícil correr a la derecha del expresidente Donald Trump y alegar que la esclavitud tuvo efectos positivos para quienes la sufrieron.
Según la nueva fórmula incluida en los libros de historia de Florida, "los esclavos desarrollaron habilidades que, en algunos casos, podrían aplicarse para su beneficio personal".
Pero muchos en su propio bando, a comenzar por los republicanos afroestadounidenses, rechazan lo que sólo parece un intento de complacer la opinión de grupos supremacistas blancos hoy integrados en ese partido y que ven a Trump como su principal aliado.
El senador afroestadounidense Tim Scott, que compite con DeSantis y Trump por la nominación republicana, aseveró que "no hay un lado positivo en la esclavitud".
"La esclavitud se trataba realmente de separar familias, de mutilar humanos e, incluso, de violar a sus esposas. Fue simplemente devastador", agregó.
"No era un programa de empleos", dijo otro republicano negro, Will Hurd.
DeSantis, reacio a ceder terreno, asegura que son "falsas narrativas, mentiras propagadas por la izquierda".
No es el único que trata de alterar la enseñanza de historia, o por lo menos, su recuento.
El estado de Texas, bajo el gobernador Geg Abbott, buscó modificar sus propios libros de texto para minimizar la participación de negros y latinos en su desarrollo.
DeSantis no es el único, aunque por ahora sea el más prominente de los que tratan o han tratado de alterar o ignorar hechos históricos para darle un rostro "positivo" a la esclavitud, luego de que durante el último medio siglo la lucha por derechos civiles propició una abierta discusión sobre lo que fue su realidad y la profundidad de sus efectos.
El tema de la esclavitud es sensible para los estadounidenses toda vez que los alegatos de superioridad racial forman parte de la herencia del movimiento nacionalista blanco y "cristiano" que de repente es tan central para los republicanos.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS