Cuando pensamos en niñas y niños, pensamos en alegría e inocencia, risas, travesuras, un deseo irrefrenable de jugar, de forma paralela reflexionamos sobre la gran responsabilidad y el inmenso amor de quienes cuidan de ellos, pues están formando los futuros ciudadanos de nuestro país.
En esta etapa fundamental para su desarrollo y en la que debería imperar la alegría y la enseñanza, están expuestos a diversas circunstancias de violencia, una de ellas, abominable e inconcebible, es la sexual. Es impactante saber que México es el primer país del mundo en abuso sexual de menores, cada año más de 5 millones de niñas, niños y adolescentes son víctimas de abuso sexual.
Nuestro país también ocupa el segundo lugar mundial en turismo sexual infantil y primer lugar en turismo sexual de bebes. México es considerado como “el Bangkok de Latinoamérica” por ser el primer país en contenidos de pornografía infantil; se calcula que 600 mil depredadores sexuales visitan nuestro país cada año.
Recientemente un reportaje señaló que todos los días un niño o niña es abusada sexualmente en las escuelas, en su mayoría por personal docente y las autoridades han tenido un deficiente actuar en estos casos.
Según datos de la Red por Derechos de la Infancia, entre 30 a 40 mil niñas, niños y adolescentes son reclutados cada año por el crimen organizado y aproximadamente 250 mil están en situación de riesgo.
Además de estas violencias, carecen de cuidados adecuados para su normal desarrollo, en tema de salud México ocupa el primer lugar en obesidad infantil según la OCDE. Tampoco tienen acceso a educación, y son obligados a trabajar a edad temprana y abandonar sus estudios.
Y no olvidemos a aquellos que han quedado en estado de orfandad por, entre otras causas, la violencia que azota al país. Existen 30 mil niñas, niños y adolescentes que viven en casas hogar en espera de ser adoptados.
México no es un lugar seguro para los niños y niñas; las madres, padres o quienes están a cargo de su cuidado viven en estado de alerta continuo, el tema se agudiza para las madres jefas de familia que no cuentan con una red de apoyo que les garantice que estarán a salvo.
El bienestar de los niños es el termómetro del estado de nuestra sociedad. Cuando las necesidades de las y los más pequeños son atendidas, se incrementa la calidad de vida de todos, esto se ve reflejado claramente en las mujeres quienes dedican el mayor tiempo al cuidado.
Las y los niños mexicanos deberían estar seguros en sus casas y sus comunidades, deben ser respetados por los adultos y formar parte real de sus comunidades, deben tener una educación que les abra la ruta de un mejor futuro.
Muchas de sus necesidades pueden ser satisfechas rescatando los valores básicos de la dignidad humana, priorizando las decisiones adecuadas y haciendo lo correcto, esta agenda también sido olvidada por este gobierno y lamentablemente, es claro que hará nada por atenderla.
Ante esta negligencia, debemos construir una sociedad al alcance de los niños, una sociedad, como dice Gabriel García Márquez, que al querer más a los niños sea capaz de quererse más a sí misma. Ellos lo merecen y México lo necesita.
Laura Esquivel Torres