Quienes vivimos en Ciudad de México, hemos sido testigos de la gentrificación en colonias céntricas y alcanzando a ciertas zonas del sur. Estos barrios hipster en los que se pasea durante los fines de semana por su cercanía a restaurantes, tiendas, bazares y bares; donde muchos sueñan vivir y los suertudos -a costa de habitar en estructuras viejas pero clásicas en cuanto a su línea arquitectónica rememorando a Europa; guardar su coche en una pensión a unas cuadras con el beneficio de andar en bicicleta, pagando una renta en ocasiones superior a los 30 mil pesos-, logran acceder a cierto estilo de vida. Pero, qué está detrás de este fenómeno y qué tiene que ver con la comunicación.
La gentrificación sucede cuando un proceso de renovación y reconstrucción urbana se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que desplaza a los habitantes más pobres de las áreas de intervención. Conociendo el antecedente de pueblos originales de los que se conformaba la Ciudad de México, es de entenderse que un cierto estilo de vida se impone desde hace tiempo, en donde lo sistemático acumulativo es lo correcto y lo “mejor”.
La comunicación ha jugado un rol fundamental en dicha imposición, desde la publicidad de marcas -que por cierto viven sin pagar renta en nuestras mentes, llenando de deseos por ser y tener-, y más recientemente con la aparición de influencers digitales en las redes sociales que presentan vidas donde viajar, vivir desapegados de lo tradicional, realizarse en la aventura infinita de los viajes y el riesgo, y otras actitudes antisistema, nos hacen seguir como sociedad una narrativa que se convierte en cultura, que en el caminar de la aspiración, el tener más y mejor, mucho y de sobra, es real y ahora pieza clave del estilo impuesto. La cultura actual popular se basa en ello, basta con escuchar letras de algunas músicas de tendencia, donde se enaltece la acumulación de riqueza, la propiedad de autos de lujo, ropa de marca, el asistir a eventos exclusivos para pertenecer y ser, incluso pasando por encima de los orígenes de las personas y sus familias.
La situación nos lleva a futurear en distopias apocalípticas relacionadas con el fin de las clases sociales como las conocemos, acompañada de la transformación del mercado laboral y la posible llegada de una economía transformacional socio-colaborativa, en la que muchos se quedarían fuera de las grandes ciudades. ¿Es la gentrificación el nuevo colonialismo? ¿Estamos contribuyendo a su fortalecimiento desde las narrativas de comunicación? ¿Somos conscientes o dejamos que la vorágine del cambio social ocurra sin ver sus consecuencias?
Mónica Castelazo es Gerente Sr. Comunicación y Asuntos Corporativos en Teva México.