Encontré oraciones subrayadas de la primera vez que me adentré en él, cuando sabía que tenía fuerza en el movimiento feminista, pero no tenía la menor idea del significado de la habitación propia.
Disponer de espacio y tiempo para nosotras. Buscar independencia económica. Eso es lo que Wolf desea para las mujeres, y casi cien años después, es lo que seguimos persiguiendo. Sin embargo, en este camino a veces me siento como esa primera vez que me adentré en el libro. Entre tantos términos me confundo.
Si emprendemos la búsqueda por esta independencia, es necesario entender qué hay detrás de lo que compone el glosario de género en el mundo laboral. Comienzo con el que dio paso a la creación de esta columna: el techo de cristal. Hace referencia a que una persona calificada que desea ascender dentro de la jerarquía de una organización, se queda en un nivel más bajo por discriminación. Las mujeres pueden ver a través de él, pero no traspasarlo.
Para romperlo hay que desmantelar lo que lo sostiene:
Los roles de género. Son construcciones sociales sobre cómo se espera que actúe una persona de acuerdo con su sexo. Por ejemplo, las mujeres continúan haciendo la mayor parte de las tareas domésticas. Esto aumenta la presión cuando intentan ascender en rangos corporativos.
Por otro lado, los sesgos de género son las creencias sobre las capacidades de una persona en función de su género. Por ejemplo, asumir que los hombres son líderes natos, o que quienes son mamás y trabajan no están comprometidas con sus carreras. Contribuyen a crear los pisos pegajosos, que son las dificultades para buscar trabajo o prepararse para conseguirlo.
Existen también las paredes de cristal. Situaciones donde la mujer tiene un poder estratégico y de decisión limitado dentro de su cargo. Esto afecta sus posibilidades de ascender.
Otra cuestión es el acoso laboral. En lugar de seguir avanzando, las mujeres renuncian y abandonan el campo.
La brecha salarial es otro factor. En México, en promedio, las mujeres ganan 34% menos que los hombres por hacer el mismo trabajo, de acuerdo con el Conapred.
La fuga de mujeres ilustra que a medida que se asciende en el escalón directivo, el número de mujeres desciende. Cuando no están suficientemente representadas, no pueden cambiar la cultura empresarial. Se necesita una mayor diversidad de líderes para combatir la homogeneidad de ideas. Las mujeres que ya están en el mundo laboral tienen problemas para ascender porque la estructura que las sostiene es débil.
Por último, el acantilado de cristal. Permite que las mujeres accedan a puestos altos sólo durante tiempos de crisis, cuando es más probable que fracasen.
Espero que, en algunos años, al regresar a la obra de Virginia Wolf, sea capaz de subrayar nuevos párrafos. Por ahora, me quedo con este fragmento: “Alguna clase de colaboración debe operarse en la mente entre la mujer y el hombre para que el arte de creación pueda realizarse”.