Martín Cruz
Nanchital, Ver.
En los años que lleva como encargado de los panteones Tepeyac y Santa Elena de Nanchital, Teodoro Alor Rivera, comentó que no ha presenciado o escuchado nada anormal.
“Solo el ruido del viento que pareciera el lamento de ‘la llorona’, para el que no esté acostumbrado a escucharlo, puede infundirle temor”, citó.
Don Teo, como ampliamente es conocido, tiene a su cargo el antiguo panteón Tepeyac y Santa Elena ubicado en el tramo Nanchital Ixhuatlán; en ambos, la encomienda es supervisar, ver que todo esté en orden y si hay alguna anomalía reportarla inmediatamente.
“La verdad nada extraño, en un día normal recorro la parte alta del panteón Tepeyac, se escucha el crujir de las ramas en los árboles, pero ya es algo rutinario” apuntó.
Teo es a quien recurre la gente en los momentos difíciles, ante el deceso de algún familiar orienta a quienes desconocen los trámites a seguir cuando la muerte se hace presente.
APARICIONES DE NIÑOS
Aunque en lo personal no ha vivido alguna extraña experiencia, dijo que en una ocasión una persona le aseguró que cerca de la tumba de su familiar se asomaba un niño:
“Hay una tumba abandonada de dos niños” refirió preocupado a la vez que asustada aquella persona “pero hay un niño que se asoma desde la bardita, y cuando me acerqué ya no estaba”.
La persona se comprometió a prenderle una veladora y hacerle un rezo a la memoria de esos niños que no eran visitados por sus familiares, agregó.
Indicó que en ambos panteones son muchas tumbas las que son abandonadas por sus deudos, ya sea por falta de recursos, cambian de residencia o religión, o simplemente porque tienen la creencia de que a los muertos hay que dejarlos descansar y no vuelven a visitarlos.
ACTOS DE HECHICERÍA
El entrevistado contó que se han detectado personas que acuden a los cementerios a efectuar actos de “brujería blanca”.
“He sorprendido a un muchacho que ha llevado en diferentes momentos a dos parejas para realizar lo que las personas que se dedican a esto llaman “limpias” o “amarres””.
En una ocasión, expuso, se descubrió a una señora enterrando algo o una sustancia cerca de una tumba con un olor desagradable parecido al azufre.
“Tan pronto como se fue la persona, escarbamos para ver qué era lo que había enterrado, pero no había nada, por lo que se supone que el brebaje había sido absorbido por la tierra” mencionó.
También hay gente que llega al camposanto a pedir tierra húmeda, posiblemente para hacer un trabajo de hechicería; en este caso a la gente no se le impide el paso al panteón, siempre y cuando no entren a realizar destrozos.
LOS VIVOS SON MÁS PELIGROSOS
Finalmente Alor Rivera indicó que en el panteón “los muertos son inofensivos”, pues de quienes hay que cuidarse son de aquellas personas que aún no son llamadas a cuentas.
“En alguna ocasión entró un integrante del escuadrón de la muerte a quererse llevar unas herramientas, ingresó al panteón pero al no poder cometer su fechoría, mejor fingió que estaba durmiendo, de ahí que los muertos descansen en santa paz y sean los vivos quienes hagan de las suyas” finalizó.