- Los y las menores de edad sufren depresión, se autolesionan, habían tenido consumo de algún tipo de drogas, o los padres y madres son adictos, o fueron víctimas de violencia en el noviazgo, expresó la investigadora Severin Durín.
AVC
Xalapa, Ver.
Las niñas y adolescentes reportadas como desaparecidas y fueron localizadas tiene un factor de riesgo en común: eran víctimas de diversas violencias: la ejercida por la familia; la estructural, y la de género que los obligó a huir de casa, indicó la profesora-investigadora en el CIESAS Unidad Regional Noreste, Séverin Durin.
Al realizar un estudio con familias de personas desaparecidas del año 2018 al 2022 en el estado de Nuevo León, también encontró que los menores de edad sufren depresión, se autolesionan, habían tenido consumo de algún tipo de drogas, o los padres y madres son adictos, o fueron víctimas de violencia en el noviazgo.
“Encontré una constancia: La crisis de salud mental en este país es terrible, es una crisis de salud mental no atendida y que la sufren niños con depresiones profundas, consumo de sustancias, autolesiones”, dijo Séverin Durin.
La investigación reveló que el consumo de sustancias prohibidas es grave y se acentúa más, porque no hay infraestructura pública de atención en el país, todo está a manos de centros privados en los que se ejerce la tortura, “Hay que decirlo, la crisis de salud mental y adicciones tenemos lo peor”, explicó.
Algunos de los adolescentes y jóvenes reportados como desaparecidos y fueron localizados, lo hicieron por huir del sufrimiento causado por sus padres y madres con adicciones de todo tipo que incluye el alcoholismo.
“Las personas que habían sido reportadas cómo desaparecidas y localizadas habían experimentado algún tipo de violencia, todas han sido devueltas a casa y la mayoría regresó por si mismas, pero todas habían sufrido violencias-violencias”, dijo la doctora en Antropología por la Universidad de Paris, Francia.
Otro sufrimiento de las infancias y adolescentes es la violencia estructural que tiene México, al vivir en “microcasitas” a consecuencia de que las industrias, centros comerciales y terratenientes se han apropiado del suelo, lo que obliga a las familias a habitar en espacios reducidos.
“La gente vive en microcasitas, por el crecimiento de la industria se vuelve una catástrofe, porque las personas no pueden atravesar grandes carreteras en las que cruzan tráileres todo el tiempo; no hay estancias infantiles, ni escuelas cerca, eso es el factor más importante”.
Otra violencia estructural que aqueja a los niños, niñas y adolescentes es que sus padres y madres laboran de noche con el propósito de tener recursos económicos, en consecuencia se quedan solos.
“Son empresas que producen las 24 horas del día ¿Qué hacen las mamás que trabajan de noche construyendo autos? En el que el papá debe trabajar a 500 kilómetros, y dejan a los niños en la casa, eso es violencia estructural hay que decirlo es la base, el sustrato sobre el cual crecen las desapariciones”.
Hay violencias de género que no se ven y han sido normalizadas, cómo obligar a las hijas adolescentes a criar a sus hermanos y hermanas menores, esto las obligado a huir de casa, y abandonar las escuelas.
“Asumimos que es normal que las mujeres debemos cuidar a otras personas, entonces a las niñas adolescentes les dan la jefatura femenina; con un padre ausente, las mamás tienen que trabajar y ¿Quién va a cuidar a los hijos más chicos? Entonces las descolarizamos para cuidar a los más chicos porque no hay estancias infantiles”.
En cambio, la familia no pide al varón que cuide a los hermanos de menor edad, pero si obligan a las niñas y adolescentes a criar.
“Jamás le piden al niño adolescente que cuide a los más chicos, y entonces se van voluntariamente, pero no es ausencia voluntaria es violencia de género; el asunto de que se van con el novio es porque hay un conflicto en casa. Las niñas y adolescentes son más vulnerables a ser víctimas del delito de desaparición”.
Séverin Durin realizó la investigación “Vulnerables a ser desaparecidas. Niñas y mujeres jóvenes en Nuevo León (2018-2022)” en colaboración con la Comisión Nacional de Búsqueda.