A mediados de noviembre, el fiscal general del estado (FGE), Ricardo Iván Carpio, confirmó la existencia de un asesino serial que busca como víctimas mujeres jóvenes que trabajan en la zona norte de Tijuana, en servicios sexuales.
El Universal
TIJUANA, Chih.
Era de noche y apenas iba a iniciar la jornada. Antes de comenzar, el gerente del bar dio un anuncio. En ese mismo lugar donde en mayo habían asesinado a una de sus compañeras y donde también viven bajo el acecho de un asesino en serie de mujeres, les advirtió: ustedes tienen que hacerse responsables de su propia seguridad.
A mediados de noviembre, el fiscal general del estado (FGE), Ricardo Iván Carpio, confirmó la existencia de un asesino serial que busca como víctimas mujeres jóvenes que trabajan en la zona norte de Tijuana, en servicios sexuales. Hasta la fecha se le investiga por tres feminicidios.
Pero ni él es el único agresor ni ellas las únicas víctimas. Una joven trabajadora sexual, quien prefirió no ser identificada, habló con EL UNIVERSAL para narrar las agresiones en contra de una población vulnerable, dentro de otra: mujeres dentro del turismo sexual. Golpes, acciones sexuales sin consentimiento, abusos y asesinatos, esos son los riesgos.
Un día, Margarita, como será identificada, inició su turno en uno de los bares más conocidos en la zona norte de Tijuana, que además cuenta con su propio hotel de lujo, un edificio de nueve pisos casi impenetrable debido a los filtros de seguridad. Entre más alto el piso, más dinero tiene el cliente, dice. Como servicio exclusivo, garantizan discreción.
"Si se sienten en riesgo, ustedes tienen que avisarle a recepción para que vayan y toquen porque tenemos políticas de privacidad, o sea, si ustedes no nos dicen nada nosotros no podemos tocar la puerta ni abrirla porque nos pueden demandar", les advirtió el gerente esa noche a las más de 300 jóvenes que trabajan entre el bar y el hotel, recuerda Margarita.
Ella, una joven que no mide más de un metro 70, delgada y con cabellos ondulados, habla sobre feminismo y también lo ejerce, además de dedicarse al servicio sexual mantiene proyectos de apoyo para mujeres víctimas de violencia.
Margarita no confía en las autoridades, conoce como la palma de su mano la zona norte y también sabe que entre los clientes hay policías. Para protegerse, prefirió tomar sus propias medidas de seguridad. No quiere ser una víctima más.
"Es un lugar muy agresivo, muy barato, es muy complicado porque además hay muchas chicas... No van a ir los guardias a tocarte a la puerta a preguntar cómo estás, no va a ir nadie, porque cada quien es responsable de sus tiempos y su trabajo", lamenta.
Protección entre ellas
Ante el olvido de las autoridades obligadas a protegerlas, pero que históricamente las vulneran más, Margarita y otras compañeras optaron por crear grupos de WhatsApp, entrenar defensa personal, crear códigos y sus redes de apoyo e identificar clientes y sitios de alto riesgo.
"Mientras más información tengas menos riesgo de ser asesinada tienes; por ejemplo, en mi caso es más difícil que un cliente me haga daño", explica en una entrevista vía telefónica.
Aunque Margarita no ha sufrido abusos, sí ha rescatado a otras jóvenes o, incluso, perdido a compañeras que fueron asesinadas. Recuerda que en alguna ocasión la llamada de una amiga la despertó, alguien había puesto una sustancia en su bebida.
"No le querían pagar, tampoco la querían dejar salir del hotel. Me dio miedo porque no la hallaban, fui y pregunté dónde estaban, se fijaron en su cuarto y ya no había nadie. Ella ya no me contestaba", narra.
Finalmente llegó a su casa en medio de la madrugada, sola. Esa vez logró escapar.
Zona norte es el área de la ciudad con más centros nocturnos y que concentra el mayor número de mujeres sexoservidoras. Justo en el corazón de ese sitio existe un proyecto, único en el estado, que trabaja para tejer una red de apoyo para esas jóvenes.
Una de las voluntarias, quien prefiere no ser identificada, cuenta que tras una intervención de rescate los explotadores de una chica menor de edad que rescataron, fue hostigada, vigilada y amenazada aparte del personal, desde entonces prefieren mantener un bajo perfil.
"Son, sin lugar a duda, una población abandonada, muchas fueron enganchadas por sus novios o hasta familias y vienen, si no todas, muchas llegan del sur del país… camionetas judiciales vienen y las recogen, entonces ¿a quién le pedimos ayuda?, ninguna autoridad está dispuesta a jugársela por ellas para protegerlas", cuestiona.
El proyecto, conformado por voluntarios, les ofrece una cena cada mes, café cada semana, pero sobre todo un trato humano. Aunque también se trata de realizar un trabajo de rescate, el principal obstáculo ha sido que no existen albergues ni casas de seguridad para mujeres víctimas de trata, explotadas o dedicadas al servicio sexual.
De acuerdo con el Diagnóstico nacional sobre la situación de la trata de personas en México, elaborado por la ONU en 2015, Tijuana desde ese entonces ya era considerado como uno de los 15 principales destinos del turismo sexual, con más víctimas de trata en México.
"No hemos podido intervenir porque aún si lo hacemos no existe una infraestructura, un albergue o alguna institución que se haga cargo, no existe quien las proteja en uno de los principales sitios de explotación del país… no tiene sentido, sin ese apoyo muchas sobreviven, pero otras no", advierte.
Lucero Rangel no logró sobrevivir. Era otra compañera de Margarita. La noche de su desaparición —el domingo 2 de enero de 2022— recién había salido de su turno en Marabu Bar, un negocio ubicado sobre el bulevar Cucapah, en el este de la ciudad. Dos semanas después su cuerpo fue hallado dentro de un refrigerador en una casa abandonada.
"Estamos muy seguras que fue un cliente, cuando la asesinaron hubo un luto entre amigas… hay videos de que se fue con un cliente… Otro amigo cliente la buscó y una señora la había visto drogada en una casa. La buscaron y no la hallaron, y dos días después la encontraron en un refrigerador en esa misma colonia", comenta.
Los sitios de más peligro no sólo están en el centro de Tijuana sino en el este: Marabu y La Bohemia, son algunos. Son lugares, describe, donde se puede hallar a hijos de narcos o sicarios como clientes, de esos que terminan por describir su trabajo después de una o varias cubetas de cervezas.
"Desde la muerte de Lucero me empezaron a dar ataques de ansiedad, porque esto pasa y no me queda de otra… aceptar que así la habían encontrado", lamenta Margarita desde otra ciudad a donde se mudó para continuar con su labor como trabajadora sexual, mejor remunerada y con menos riesgo.
De enero a octubre de 2022 han sido asesinadas 229 mujeres en Baja California, es el segundo estado del país con más homicidios de mujeres, sólo después de Guanajuato, con 341. Cifras del gobierno federal indican que la tasa de asesinatos de mujeres en la entidad es de 12.21, cuando la media nacional es de 3.58.
Se solicitó información a la Fiscalía General del Estado sobre la investigación del asesino serial, pero no hubo respuesta, aunque se pudo confirmar que tanto él como el homicida de Lucero Rangel continúan libres.