14 de Julio de 2025

Carlos Huber, el único perfumista mexicano

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Tras colaborar con empresas como Ralph Lauren en proyectos de diseño y restauración, Carlos Huber sintió la necesidad de dedicarse a su otra pasión: la historia.

El Universal
CIUDAD DE MÉXICO

Aterrizó en Nueva York en 2006, dispuesto a llevar su carrera como arquitecto a nuevos horizontes, después de una notable trayectoria en México, su país natal.

Tras colaborar con empresas como Ralph Lauren en proyectos de diseño y restauración, Carlos Huber sintió la necesidad de dedicarse a su otra pasión: la historia, una arista de su vida profesional que comenzó a gestarse durante su paso por la Universidad de Columbia, donde estudió la maestría de Restauración y Preservación Histórica.

En Europa, pasó algunos años en París y España. Fue donde despertó su gusto por los aromas, que terminó por definir su nuevo rumbo profesional.

De regreso en Estados Unidos, se formó con el conocido perfumista Rodrigo Flores-Roux. Así es como, en forma muy breve, se puede contar la trayectoria de este personaje que, hoy por hoy, es el perfumista mexicano más reconocido del momento y prácticamente el único que se conoce.

La fama de Carlos no es fortuita: se apuntala con su trabajo y los logros derivados de 12 años de labor al frente de su marca, Arquiste, misma que le ha valido premios como el Rising Star de Fashion Group International y el Luxury Lifestyle en 2019. Y más recientemente, el Concept Award, que reconoce a la fragancia con el mejor storytelling de acuerdo con EXHIPA, la Exhibición Internacional de Perfumería de Autor, que se realizó hace unos días en la Ciudad de México y con motivo de la cual Huber regresó a nuestro país.

¿Cómo es que te has convertido en el único perfumista mexicano reconocido?

La mía es una historia cien por ciento de pasión. El mundo de los aromas es algo a lo que fui sensible toda mi vida, pero en el momento en el que descubrí qué era, no solo algo que me apasionaba, sino algo con lo que podría labrarme un camino diferente, le di todo de mí.

¿Por qué no se escucha hablar de otros mexicanos creadores de perfumes?

Porque no los hay. O quizás sí y solo tendríamos que echar una mirada detrás de las puertas cerradas de las marcas, porque lo cierto es que talento mexicano sí que hay muchísimo.

Mi marca y mi trabajo como perfumista se volvió relevante porque, eso sí, fue la primera marca mexicana de perfumes de autor que se presentó y que comenzó a cobrar relevancia en el mercado internacional.

¿Cómo nació Arquiste?

Todos los perfumes tienen una historia. La forma en la que trabajamos en mi marca es que investigo y me enfoco en una historia particular, un momento o un lugar que quiero contar o rescatar, digamos. Ya sea el ambiente de un convento virreinal en la Ciudad de México o un duelo en un bosque en Rusia, el objetivo es rescatar un momento en la historia.

Después, hay que identificar las notas olfativas: qué usaba la gente, cuáles son los materiales arquitectónicos que definen el lugar, si es madera, barro o estuco. También la naturaleza, lo que conforma el paisaje, las hierbas, todo esto se vuelven notas o pistas para revelar a qué olía estar ahí en ese momento.

La idea de cada perfume de Arquiste es transportarte a ese momento histórico, que no necesariamente es lejano en el tiempo. Al tener esta experiencia olfativa, de repente tienes un puente hacia otro mundo, que puede ser hacia el futuro o hacia el pasado.

¿Cómo ha sido la evolución de tu carrera desde tu formación como arquitecto hasta convertirte en perfumista?

Al principio empezó todo como un proyecto experimental y, sobre todo, libre de cualquier aspiración comercial. Nunca fue mi objetivo crear fragancias pensando en ganar dinero. Más bien fue el resultado de mi pasión por el mundo de los aromas y cómo estos se entrelazan con los recuerdos para formar la memoria olfativa.

El impulso fue inicialmente artístico, pero eventualmente se convirtió en una profesión a la que le debo altas y bajas, pero, sobre todo, muchas historias maravillosas.

Estos 12 años de trayectoria han sido súper interesantes. He trabajado con marcas muy importantes para diseñarles experiencias olfativas y eso me ha permitido darme cuenta de que, aun cuando se trabaje por encargo, la congruencia es lo más importante.

En todo proyecto mi objetivo ha sido lograr una conexión entre el pasado y el presente a través de recrear un momento histórico echando mano del mundo de los aromas. Mantenerme firme en ese camino es lo que me ha dado reconocimiento.

Dicen que nadie es profeta en su tierra, ¿lo confirmas o lo refutas?

Al principio de este proyecto la gente en México no tenía la costumbre de comprar fragancias que no fueran de una marca. El mundo de la perfumería de autor despuntó hasta hace relativamente poco tiempo.

Yo traté de distribuir mis fragancias en Saks Fifth Avenue y Palacio de Hierro, pero incluso ahí no estaba listo el mercado y no había concept stores o boutiques en México en donde pudiera colocar mis productos. Y, por eso, me enfoqué en puntos de venta en Estados Unidos y Europa, donde la respuesta fue maravillosa y ya había una demanda real de perfumes de autor. Ahora vislumbro un campo más fértil que el que había antes en México y por eso estoy haciendo el relanzamiento de Arquiste en México de la mano de Maison Peony, el distribuidor de fragancias de lujo con el que voy a volver a estar en Palacio de Hierro.

Entonces ¿los mexicanos ya estamos listos para la perfumería de autor?

En México y el mundo, la perfumería de lujo sigue estando destinada a un nicho, pero lo que ha sido interesante es que se abra cada vez más la información a los consumidores. La gente tiene que descubrir estas marcas.

¿A qué huele México?

Cada que regreso a México me golpea el mismo aroma: una composición particular de olores muy contrastantes de la enorme botánica mexicana con flores como el nardo, la magnolia o el cempasúchil, un toque de vainilla y cacao con elementos que encuentras en una iglesia como vigas de cedro, barro cocido, cera e incluso humedad y polvo.

A eso sumaría aromas menos románticos, pero igual de distintivos, como el olor de las tortillerías, el de neumático quemado que expide el Metro e incluso las cloacas. Todo eso es lo que hace a México un país tan inspirador.

¿Te has vuelto más quisquilloso como creador de aromas o en qué has cambiado?

Al principio me aventé con mucha confianza y entusiasmo. Ahora actúo con más cautela y análisis. Comencé a sentirme afectado y confundido en algún momento, pero con el tiempo entendí que al final lo más importante es la pasión. Ahora me siento más confiado.

¿Recurres a alguna fórmula de aromas para combatir la nostalgia después de 16 años viviendo fuera de México?

La única cura para eso es venir a México. Nunca se podrá comparar una esencia con toda la experiencia que engloba caminar en estas calles, tener cerca a la gente, la comida, etcétera.

Como decía antes, México es una mezcla de muchos contrastes. Por más que quisiera recrear un pedacito de mi patria en medio de mi departamento, nunca sería lo mismo que lo que experimentaría en una mañana de running en el Bosque de Chapultepec.

¿Tienes planes de regresar eventualmente?

Me acabo de comprar una casa en Mérida y considero eso como el primer paso para regresar a mi país. Lo veo como una puerta de entrada para un gran futuro para mi marca y otra manera reconectar con México.

Me inspira y apasiona Yucatán. Siendo originario de la Ciudad de México, ser foráneo en la Ciudad Blanca es un lienzo para soñar.


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