Margarito Escudero Luis
¿Será verdad que los petroleros tienen miedo?, que no participan en las marchas por temor a perder lo que queda de sus prestaciones y entonces prefieren perderlas poco a poco hasta que no quede nada ni nadie que pueda reclamar nada por ellos.
Parece una estupidez, no es posible que se dé marcha atrás a toda una historia de luchas y de éxitos, donde los trabajadores se llevaban la mejor rebanada del pastel, para que ahora se diga que tienen miedo
En los albores del siglo XXI, cuando la tecnología está al alcance de todos y con un tronar de dedos podemos comunicarnos con personas que viven del otro lado del planeta, cuando es tan fácil conocer otras formas de pensar, de luchar, de organizarse; no es posible que un grupo poderoso de la sociedad acepte que tiene miedo de oponerse a lo que evidentemente le traerá problemas serios.
Aún hay personas que invocan a la Revolución Mexicana, como una etapa que mostró una sociedad valiente y decidida a luchar por mejorar sus condiciones de vida, pero esa Revolución fue desmantelada luego que se convirtió en gobierno y que llevó al país a una etapa de degradación a través de la corrupción que imperó desde siempre.
El miedo siempre ha sido un instrumento de control social. Desde que los españoles se adueñaron de esta territorio, la iglesia se encargó de sembrar el terror entre los indígenas y en general entre toda la población.
El diablo, el infierno, la Inquisición, fueron las herramientas que empleo la corona para mantener tranquilos y sumisos a los habitantes de la nueva España.
Luego de la Independencia de México, con el nacimiento de un nuevo país, se entronizó una nueva clase poderosa, que también recurrió al miedo para someter a los empleados que seguían siendo tratados como esclavos.
¿MIEDO A QUÉ?
Nuevamente la religión jugó un papel muy importante con sus instrumentos preferidos, el infierno y el diablo, la condena eterna.
“De los pobres es el reino de los cielos”, “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico vaya al cielo” o algo así.
En esos tiempos, según la iglesia, era un honor vivir en la miseria y aquel que tuviera aspiraciones, corría el riesgo de arder en el infierno por toda la eternidad.
Vino el control de la iglesia con las leyes de Reforma, pero los terratenientes y hacendados eran los dueños de las vidas y el destino de miles de mexicanos que siempre estaban endorgados con el patrón.
Ese patrón que tenía derecho a castigar, hasta con golpes, al siervo, campesino, obrero, o como se le quiera llamar, cuando violaba alguna de las reglas impuestas por el patrón, que le permitían vivir con toda la comodidad del mundo sin riesgo alguno.
Hasta que esa gente se cansó, se rebeló, vencieron el miedo, no se los llevó el diablo e hicieron la Revolución.
Pero, una vez concluido el proceso revolucionario, más o menos en la época de Lázaro Cárdenas, con la Expropiación petrolera, los mexicanos se convirtieron en una sociedad agachona y aguantadora.
EL Partido Revolucionario Institucional creó un sistema autoritario y represivo, al mismo tiempo que se dejaba ver como el papá gobierno que en todo complacía al pueblo. Todo lo resolvía el gobierno, en todas las actividades sociales, estaba presente el gobierno.
DESCUIDAR EL CAMPO
Pero, enfrascados en un constante progreso industrial, el gobierno descuidó otras áreas, la educación quedó a medias, el campo abandonado a propósito, la ciencia jamás se ha desarrollado en México y dependimos primordialmente de la producción petrolera durante los últimos 80 años.
Hasta antes de Adolfo López Mateos, los presidentes de México fueron militares, con excepción de Don Adolfo Ruiz Cortínez, y dirigieron al país por la senda del progreso social. Iban bien, tenían la escuela de Porfirio Díaz y se pudo hacer mucho más, si no hubieran sucumbido al embate constante de Estados Unidos.
Ese sistema se gastó, el autoritarismo entró en su fase de agonía, dando uno de sus últimos golpes en 1968, cuando la sociedad exigía cambios políticos y sociales. Hubo muertos, mucha sangre de mexicanos se derramó en cada uno de los movimientos que transformaron al país.
LA ERA NEOLIBERAL
A raíz de los sucesos de 1968, México entró en otra forma de gobernar, los intereses extranjeros se apresuraron a revertir el avance de la sociedad, impulsaron la llegada de presidentes educados en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, egresados de Harvard y Yale se encumbraron en la política, a la espera del momento preciso, que llegó con la fraudulenta toma del poder del grupo de Carlos Salinas de Gortari.
Esa es la etapa que nos toca vivir, 25 años de neoliberalismo, cuyos resultados han sido el empobrecimiento brutal de un gran sector de la sociedad y el enriquecimiento brutal de una minoría.
Esa mayoría empobrecida, ha mostrado su voluntad de cambiar la forma de gobierno, ha acudido a las urnas en un afán de cambiar al país por la vía pacífica y esa minoría entronizada y soportada desde el extranjero, lo ha impedido violando flagrantemente las leyes mexicanas, modificando la Constitución a modo.
Para lograrlo, el sistema acudió a la misma estrategia de los españoles, los hacendados y los curas: El miedo y la mentira.
Sólo que ahora se trata de sembrar el terror, pactando con la delincuencia, llevaron al país a un inútil baño de sangre y se esfuerzan por conservar el poder a base de engaños, de fingir que aplican la ley, de mentir que vendiendo a la gallina de los huevos de oro con todo y huevos, es lo mejor que nos puede pasar.
Si todo esto ya está registrado en nuestra historia, si ya sabemos que es sólo un ardid para conservar el poder, si ya sabemos que habrá muertos, para qué vivir con miedo.
Quien fuera el eterno pastor de los obreros mexicanos, Fidel Velázquez, dijo en una ocasión refiriéndose al poder: “A balazos lo tomamos y a balazos no los quitarán”.
A él se lo quitaron poco antes de morir.