24 de Noviembre de 2024

PERISCOPIO / En marcha, purga de Alito en el PRI / RAYMUNDO SÁNCHEZ

Columnas Heraldo

Metió en su juego Alejandro Moreno a sus detractores dentro del PRI para orillarlos a que renuncien o provoquen su expulsión, último paso para completar su plan de ser dueño absoluto del partido y manejar a su gusto más de 500 millones de pesos en prerrogativas anuales, el patrimonio inmobiliario y, sobre todo, la repartición de candidaturas.

Para eso el campechano Alito se enrolló una sotana mesiánica y se auto asume ahora como el único capaz de salvar de la extinción al priísmo. Pero le estorban aquellos que considera emisarios del negro pasado priista.

Sus reformas a los estatutos del tricolor son sólo el principio para concretar una purga interna, eliminando a todos los que considera responsables de la debacle del instituto político que fundó Plutarco Elías Calles en 1929, y gobernó sin cortapisas hasta el año 2000.

Incluye a todos los que, de alguna manera, son los rostros del neoliberalismo, en los hechos sano y fomentado en México por el actual régimen del presidente López Obrador, pero verbalmente satanizado.

Por eso, a Alito le cayó como anillo al dedo el hecho de que expresidentes del PRI se rasguen las vestiduras y hasta amenacen con renunciar ante la posibilidad de que se reelija como presidente nacional. Así será más fácil y justificable echarlos del partido.

A Dulce María Sauri, promovente de las impugnaciones a las reformas de Alito, la acusa de haber perdido la Presidencia de la República en el 2000, siendo la dirigente nacional, y la señala de estar presuntamente involucrada en el bochornoso Pemexgate.

A Francisco Labastida lo tacha de “tristemente célebre” y le reprocha haber sido el primer candidato presidencial priista en perder una elección (en el año 200 ante el panista Vicente Fox).

Al sonorense Manlio Fabio Beltrones, senador electo, Alito lo involucra con el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, y en corto hace énfasis en que como dirigente del partido, perdió seis estados bastiones en la elección de 2015: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz.

Sobre Enrique Ochoa Reza, presidente del PRI de 2016 a 2018, el campechano lo relaciona con los escándalos de Agronitrogenados y Odebrecht, además de casos de corrupción en Pemex.

Y a Pedro Joaquín Coldwell, quien dirigió el partido entre diciembre de 2011 y noviembre de 2012 lo ningunea: “no tiene vergüenza, díganme cuándo se ha parado en el partido y dicen que son priistas”.

Lo curioso es que estos otrora calificados como brillantes priistas no se hayan percatado aún del juego perverso en el que los envolvió Alito. Creen que sus amagos de renunciar al partido lo harán cambiar de opinión.

Olvidan que hace un año, al mismo Alito le valieron un pepino las renuncias de Miguel Osorio, Claudia Ruiz Massieu, Nubia Mayorga y Eruviel Ávila.

Al contrario, lo tomó como un favor.

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EN EL VISOR: Hace campaña como candidata, se viste como candidata, habla como candidata, recolecta fondos como candidata…, pero Kamala Harris sabe que le falta algo muy importante para los Demócratas: el visto bueno del expresidente Barack Obama y del líder moral Bernie Sanders.

POR: RAYMUNDO SÁNCHEZ PATLÁN