22 de Noviembre de 2024

Opinión / El regreso de México al escenario global / Jorge Nader Kuri

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La participación de la presidenta Claudia Sheinbaum en la Cumbre del G20, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, marcó un momento trascendente para la política exterior de México. Como su primera aparición en un foro internacional, esta cumbre ofreció una plataforma importante para presentar iniciativas y fortalecer relaciones diplomáticas. Sin embargo, también evidenció áreas de mejora en la estrategia de México, particularmente en cuanto a la claridad y viabilidad de las propuestas presentadas.

Entre los planteamientos destacados estuvo la creación de un fondo internacional para financiar “Sembrando Vida”, un programa que combina la reforestación con la generación de empleos rurales. Aunque alineada con los objetivos de desarrollo sostenible, la propuesta plantea interrogantes. ¿Es viable en un contexto global donde otros países enfrentan prioridades urgentes como la crisis energética o la seguridad alimentaria? Otro planteamiento fue la propuesta de redirigir el 1% del presupuesto global de defensa a programas de desarrollo sostenible. Aunque éticamente sólida, esta iniciativa parece desconectada de las realidades políticas de muchas potencias militares. La idea, aunque bien intencionada, corre el riesgo de ser vista como un gesto simbólico más que como una propuesta realizable en el corto plazo.

La cumbre también permitió encuentros bilaterales con líderes como Joe Biden y Emmanuel Macrón, en los que se discutieron temas prioritarios como la migración, el acceso al agua, la salud pública y la infraestructura. En el caso específico de la migración, un tópico crítico para la relación México-Estados Unidos, el foro ofrecía una oportunidad para plantear estrategias conjuntas. Sin embargo, no se anunciaron compromisos significativos ni avances sustanciales en esta área, dejando dudas sobre el impacto a corto plazo de estos encuentros. Los foros bilaterales no sólo requieren propuestas ambiciosas, sino también una articulación convincente de cómo esas iniciativas pueden generar resultados concretos y medibles.

Como quiera que sea, la asistencia de la presidenta Sheinbaum al G20 fue un paso importante para reactivar la presencia internacional de México. Su presentación como la primera mujer en liderar el Ejecutivo mexicano otorgó un significado especial en la cumbre, especialmente en un contexto global donde la igualdad de género sigue siendo un reto. Además, su decisión de asistir personalmente, en lugar de delegar la representación de México, subrayó la importancia de la presencia activa en el escenario internacional.

En fin, en un foro como el G20, la ausencia no debe seguir siendo una opción para un país con la influencia y la responsabilidad de México. Nuestro país tiene el potencial de jugar un papel destacado en la política global, pero para ello necesita un enfoque que combine visión a largo plazo.

La participación en el G20 mostró voluntad de involucrarse en los grandes debates internacionales, pero también subrayó la importancia de que nuestro país traduzca las buenas intenciones en acciones concretas y efectivas. Sólo así se fortalecería nuestra posición global y nuestra capacidad para incidir en las decisiones internacionales, en un mundo que demanda soluciones reales.