Participé recientemente en una mesa redonda en el Instituto México del Centro Woodrow Wilson en EU, con colegas ex embajadores. Abordamos las propuestas de la presidenta Sheinbaum en comercio, migración y seguridad y su impacto en las relaciones bilaterales.
Prevalece en el público la incertidumbre y desconocimiento de la presidenta mexicana. Hay deseo de confiar en su pragmatismo y modificación de sesgos ideológicos, de reconstruir una buena relación bilateral. Hay expectativas sobre su formación científica, pero también dudas respecto a su margen de maniobra y autonomía política con relación a su predecesor y los radicales de Morena.
Se reconoció que el futuro de las relaciones bilaterales dependerá en gran medida del resultado de las elecciones en EU a la Presidencia y la composición del Congreso. Sin embargo, los mensajes de la presidenta Sheinbaum de aprobación y defensa de la reforma judicial, la reforma energética, la propuesta de desaparición de órganos autónomos, hacen temer una relación tensa y conflictiva, a pesar de su voluntad expresa de cooperar con EU y Canadá.
En mi participación, me referí a las relaciones comerciales y de inversión, ante el inicio del proceso de revisión del TMEC en 2025 y su culminación en 2026. Señalé la conveniencia de que México y Canadá reiteren el mandato de la revisión, en la que se evalúe su aplicación, se reconozcan los problemas no resueltos, las dificultades y se busque que la lista de los temas a solventar en el futuro sea lo más acotada posible.
Sin embargo, en varios círculos de EU, incluyendo a Donald Trump, se propone una renegociación y la posible adopción de anexos modificatorios, lo que implicaría dificultades futuras ante la eventual necesidad de someterlos a ratificación de los Congresos de los tres países.
Los temas identificados como contenciosos se refieren a la industria automotriz, en particular la participación de China en el sector, columna vertebral del T-MEC, así como a la inversión y reglas de origen para los autos eléctricos y los temas energético y agrícola. Los asuntos laborales y medioambientales reaparecerán.
Preocupan las diferentes interpretaciones sobre la posible violación del espíritu y letra del T-MEC de las varias reformas constitucionales en México y la consiguiente falta de equilibrio de poderes en México.
Las diferencias entre demócratas y republicanos son amplias, pero hay consenso bipartidista en asuntos clave en la revisión del TMEC, como la protección de los trabajadores estadounidenses, el respeto al estado de derecho y la propiedad privada, la reindustrialización de EU y la atracción de inversiones al país, no a Norteamérica. Hablan de reshoring, no nearshoring.
El gobierno no parece comprender estos cambios en el ambiente estadounidense y la dificultad venidera del proceso de revisión del T-MEC y, además, no tiene negociadores comerciales internacionales calificados.
POR MARTHA BARCENA COQUI