La posibilidad de que Donald Trump pierda la votación popular, pero vuelva a ganar el Colegio Electoral, y con él la presidencia de los Estados Unidos, se levanta ahora como una sombra negra sobre los demócratas.
De acuerdo con las últimas encuestas y los augurios de analistas especializados, la posibilidad de que el expresidente y aspirante presidencial republicano gane el Colegio Electoral es real.
Trump ganó la presidencia en 2016 aunque perdió en los votos populares frente a la demócrata Hillary Rodham Clinton. Para analistas como Nate Silver, hay 52% de posibilidades de que el republicano se levante con el triunfo, aunque una mayoría vote en contra.
No es un accidente. Los republicanos controlan buena parte de las legislaturas estatales, sobre todo en el sur y el medio oeste de los Estados Unidos, donde tienen el respaldo del aún predominante voto rural. De forma aislada, parecerían poco importantes, pero la suma de sus votos en el Colegio Electoral puede ser determinante.
Los augurios son de que la demócrata Harris gane el voto popular, pero la mayoría de los votantes demócratas se encuentra concentrada en ciudades y en regiones del país como los estados de Nueva Inglaterra, en la costa del Pacífico y partes de la región de los Grandes Lagos.
Hay ciudades de estados pro-republicanos que votan mayoritariamente demócratas, pero su concentración limita su impacto.
Trump y los republicanos han logrado atraer poblaciones conservadoras, intensamente religiosas, de clase media baja, blancos, y en alguna medida a algunos sectores de minorías, especialmente hispanos, con una combinación de mensajes sobre economía, violencia por drogas, frontera debilitada y la supuesta “invasión” del país por migrantes.
La coalición demócrata parece más desdibujada. En 2020, el presidente Joe Biden logró "armar” una basada en mujeres, minorías étnicas y religiosas, y personas con educación superior, pero esta vez parece desdibujada. Harris parece tener problemas para fortalecer su base de apoyo y en alguna medida, de creer a analistas, no logra desprenderse de la herencia del gobierno Biden.
Trump ha logrado convertirse en el centro de la elección. Con declaraciones absurdas, vulgares, falsas con frecuencia, pero ocupa de hecho el centro del debate público. Se le puede calificar como un “showman", como un demagogo, pero su presencia y sus ataques contra la fórmula demócrata, frecuentemente entrelazados con insultos, parecen tener una audiencia dispuesta a recibirlos.
Pero al mismo tiempo da señales de fatiga y su campaña no parece del todo eficiente.
Un triunfo demócrata es también del todo posible, pero como suele suceder los militantes de ese partido parecen sumidos en la duda y se debaten en ella públicamente, mientras Harris trata de utilizar los exabruptos de Trump para presentarlo no sólo como un anciano, sino también como un dictador en ciernes, indigno de ser presidente.
Quizá sea suficiente.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS