Más de la mitad de los jóvenes en el mundo ya utiliza Inteligencia Artificial. Según la Unesco, dos de cada tres lo hace con fines escolares. Por eso, las grandes instituciones educativas del mundo están haciendo cambios a una velocidad inusitada.
Si se tardan, pierden la atención de los nativos digitales.Hay preocupación, pero también mucho optimismo. Y es que la Inteligencia Artificial puede ser una gran aliada para mejorar las técnicas de enseñanza, llevarla a lugares remotos y cumplir así con los objetivos de desarrollo sostenible.
En el ámbito cultural, hay cada vez más ejemplos del uso de nuevas tecnologías, como la realidad aumentada y virtual, para generar experiencias inmersivas que logran atraer y entusiasmar a quienes pasan buena parte de su tiempo aprendiendo y conviviendo a través de pantallas.
La incorporación de estas herramientas ha empezado a transformar la manera en que interactuamos con el patrimonio cultural. El objetivo es hacerlo más interactivo, accesible y atractivo.Hoy sabemos que una experiencia integral puede ser, además de educativa, transformadora. No es lo mismo ver una obra plástica aislada, que disfrutarla acompañada de música de su época y de información sobre lo que ocurría en la cotidianidad de esos días.
Al darle vida y contexto, se entiende y se disfruta de otra manera. Ante esto, es interesante abordar la polémica en torno al poderoso Influencer James Donaldson, mejor conocido como Mr. Beast. Este joven de 27 años, es un ejemplo interesante de “difusión cultural” en la era de los contenidos breves, las redes sociales y el marketing.
En pocos años logró convertirse en uno de los youtubers con más audiencia del mundo (395 millones de suscriptores en su canal), gracias a sus contenidos divertidos y fáciles de consumir.Mr. Beast obtuvo, a través de su equipo de producción, los permisos para grabar un video en las zonas arqueológicas de Chichén Itzá, Calakmul y Balankanché.
Accedió a estos lugares acompañado de funcionarios del INAH y de arqueólogos para no cometer errores. Desde su perspectiva, cumplió con todo lo solicitado por las autoridades mexicanas. De hecho, la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, le agradeció la donación de pozos de agua para su estado y un fondo para la arqueología local.
Es difícil dimensionar la promoción turística que el video representa, pues en solo unos días logró superar los 90 millones de visitas. No se trata propiamente de un documental; es un video muy editado y con algunos elementos de ficción. No es, evidentemente, material para académicos. Buena parte de la audiencia de Mr. Beast son niños y jóvenes. Esos que planean sus viajes a partir de lo que ven en medios digitales. Emociona pensar en la derrama económica que traerá consigo, en beneficio de los prestadores de servicios turísticos locales, artesanos, taxistas, meseros, etcétera.
Pero resulta que la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia demandaron al influencer. El 14 de mayo notificaron a la empresa Full Circle Media, del inicio de un procedimiento jurídico administrativo en su contra. La razón es que “se violaron los términos del acuerdo" y se le dio al video un uso comercial.
Argumentan que el youtuber aprovechó el permiso para hacer promoción de su propio chocolate y de otras marcas.Sin embargo, esos contenidos comerciales no fueron grabados en las zonas arqueológicas. Mr. Beast no anunció su chocolate desde ningún templo. De hecho, los vestigios prehispánicos no se ven ni son parte de las menciones comerciales. El material se generó en otros lugares y se incluyó luego en edición.
El asunto, según dijeron las autoridades, “se dirimirá a través de las instancias correspondientes”.Si formatos como el de Mr. Beast no son los correctos para promover el turismo y la cultura, ¿cuáles sí lo son? ¿Qué propone la Secretaría de Cultura para dar a conocer esta riqueza ancestral entre los más jóvenes? ¿Cómo pretenden atraer la atención (cada vez más dispersa y captada por pantallas) de las nuevas generaciones?A todos nos interesa que se preserve el patrimonio cultural para las generaciones futuras.
Pero también queremos que lo conozcan y disfruten quienes hoy viven en este país lastimado por la violencia y ávido de buenas noticias. Si tienen la fórmula segura, sostenible, respetuosa y efectiva para atraer a esas audiencias, pues aplíquenla. Hasta ahora no se ha visto.