Margarito Escudero Luis
La criminalidad nacional ya alcanzó altos niveles de la política, o por lo menos, los políticos comenzarán a hablar de ello, luego que el presidente Enrique Peña Nieto decidiera dar un mensaje a la nación, sobre el tema.
Pero ese mensaje, lejos de dar certidumbre a los mexicanos, despertó más dudas, y mostró a un mandatario temeroso de llegar al fondo del asunto.
El caso Ayotzinapa cimbró al país entero, no por su originalidad, sino por la saña y crueldad con que se condujeron los asesinos.
Ayotzinapa reúne de golpe y porrazo a todos los brutales crímenes que la llamada delincuencia organizada ha perpetrado, de pronto, las fosas clandestinas que invaden el territorio nacional, fueron observadas por el primer mandatario.
Muchos podemos decir: ¿Y por qué Ayotzinapa sí y los demás todavía no?
Y es que hay mucho mar de fondo en lo ocurrido en Igual Guerrero, donde los estudiantes de la Normal de ese lugar ha causado problemas a los gobierno.
Los estudiantes normalistas han demostrado una gran capacidad de organización, jóvenes de muy bajos recursos que estudian, leen y se preocupan por la situación social y hacen algo para cambiar el estado de las cosas.
CERRAR LA NORMAL
Desde tiempos de Salinas de Gortari se dio la pretensión de cerrar la escuela normal, porque problemática e improductiva, pero desde ese tiempo, los gobierno no han podido hacer nada.
Pero además se debe destacar que Guerrero y el municipio de Iguala son gobernados por gente que se dice de izquierda, aunque el alcalde de Iguala se dio a la fuga, aceptando con esa acción su complicidad con los asesinos.
El caso es muy similar a cualquier otro que tenga que ver con fosas clandestinas y víctimas inocentes.
Pero Guerrero es perredista, como también lo son Tabasco, Morelos y lo fue Michoacán, son lugares donde las bandas de criminales abundan, como en Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua, pero se debe recalcar en la conciencia ciudadana que la oposición no sabe ni puede gobernar, pero el discurso presidencia dejó mucho que desear.
Peña Nieto no fue al fondo del asunto, como para no molestar a nadie; no se vio un presidente conmovido, ni enojado porque se asesinen a los jóvenes mexicanos.
Ni siquiera preocupado porque la violencia domine todas las esferas de la sociedad y se eche a perder el proyecto salinista.
Las porras lanzadas a favor de las reformar, se diluyen en la sangre de mexicanos asesinados.
LA GUERRA SUCIA
Pareciera que el gobierno atiende públicamente Guerrero, porque es la tierra brava, la que dio guerrilleros de la talla de Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas, que fueron perseguidos y ultimados a través de la tristemente célebre “Guerra Sucia” emprendida por Luis Echeverría.
Si los criminales mostraron una saña inaudita para asesinar a estudiantes normalistas, entonces la gente de Guerrero, los dolidos, no quieren llorar a sus muertos, quieren vengarlos y eso, es más peligroso para el gobierno que las mismas bandas organizadas para matar.
Ya el Ejército Popular Revolucionario (EPR) que estuvo en silencio por mucho tiempo, apareció en la escena, argumentando que no es el crimen organizado el responsable de la masacre en Iguala, sino que es el mismo gobierno, empecinado en acabar con la normal de Ayotzinapa.
En 1994, cuando Carlos Salinas lanzaba uno de su proyecto más acariciado, el Tratado delibre Comercio con América del Norte, en Chiapas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) le declaraba la guerra al gobierno.
20 años después, cuando por fin Carlos Salinas concretaba las Reformas estructurales, México se ve inmerso en un baño de sangre que se le ha atribuido al crimen organizado, pero que sospechosamente, no se han aclarado satisfactoriamente todos los asesinatos cometidos en los últimos años.
La continua aparición de políticos inmiscuidos con los grandes capos mexicanos, lanza otro indicativo de que el centro de operación de la gran mafia, está en la cúpula política del país.
Diego Enrique Osorno, periodista que conoce de cerca el desarrollo de la normal de Ayotzinapa, escribió en su reciente artículo que la masacre de Iguala no fue provocada por un partido de futbol americano.
Dice que esa versión es otro más de esos insultos a la inteligencia con los que el poder arma su absurda narrativa. Sabemos que las causas y los responsables de la desaparición de estos jóvenes se encuentran en el Estado mexicano, donde por mucho tiempo se ha alentado y permitido que en Guerrero y otras entidades, el Ejército opere extralegalmente en contra de luchadores sociales apoyado por cuerpos policiales asociados al narco y erigidos en auténticas fuerzas criminales.
Es nuevamente la Guerra Sucia.